Ya que el presidente Andrés Manuel López Obrador anda pidiendo que quien nada debe, nada debería de temer y presentarse a declarar ante la Fiscalía General por las imputaciones sobre “traición” a la patria y desvío de recursos millonarios para campañas políticas, valdría la pena que cambiara de destinatario esa recomendación. Y en lugar de que su consejo recaiga en Luis Videgaray, el funcionario más fuerte en el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto, que lo transfiera al fiscal Alejandro Gertz Manero, no para que declare sobre sí mismo, que es un sin sentido, sino para que revise su temeraria acusación judicial contra el exsecretario, porque no sólo está quedando en ridículo, sino que se está metiendo en un pantano cuyo costo político le va a transferir al Presidente.
Gertz Manero sustentó su acusación en la solicitud de una orden de aprehensión contra Videgaray, en las imputaciones hechas por el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, quien señaló actos ilegales o ilegítimos contra 17 personas, sin que hasta ahora haya aportado documentación probatoria. Lozoya podrá timar a Gertz Manero, y el fiscal decidir si acepta que se burlen de él o reacciona, pero lo que no puede soslayar es la documentación de la Fiscalía brasileña, que desde 2017 incluye declaraciones que contradicen todo lo que, tres años después dice su testigo, reina en el caso de la corrupción del pasado.
El mismo día que publicó la petición de captura, El Universal difundió una entrevista con el ex director de Odebrecht en México, Luis de Meneses Wyell, donde a través de su abogado afirmó que sobornó a Lozoya con 10.5 millones de dólares para que entregara contratos de Pemex a la empresa brasileña, no para financiar la campaña presidencial de Peña Nieto, ni para comprar el voto de legisladores para la Reforma Energética, como aseguró. Además, se ofreció a comparecer ante las autoridades. Gertz Manero debía haber tocado esa puerta para mostrar que su interés si es combatir la impunidad y no, como parece, quedar bien con su jefe López Obrador.
La declaración en El Universal tiene la relevancia de ser una respuesta actual y oportuna a los señalamientos de Lozoya, donde ratifica lo que dijo De Meneses Wyell, bajo juramento, a la Fiscalía brasileña que investigaba la corrupción de Odebrecht. El 21 de julio pasado se publicó en este espacio la declaración del ex directivo en México, donde se señalaba que el caso de Lozoya no iba a ser fácil de construir, porque las afirmaciones del exdirector de Pemex eran falsas. A Gertz Manero, evidentemente, no le importó montar su acusación en un castillo de naipes. El interrogatorio en Brasil era contundente, y sus extractos fueron reproducidos en esta columna:
“En 2010 contribuimos con la campaña del gobernador de Veracruz a través de un empresario socio nuestro. Yo no puedo indicar si el dinero (llegó) a la campaña. ¡Yo aporté para que (llegara) a la campaña! Fueron 500 mil dólares para la campaña de 2010. En 2012 hicimos ese pago para Emilio en reconocimiento a lo que él nos había contribuido y, con mi intención y apuesta (como se concretó) que él vino a tener la importancia… en una empresa”.
–¿A través de qué fue ese pago?, preguntaron los fiscales brasileños.
“Nuestro empresario/socio Filipe Ruiz, que tenía una empresa de ingeniería llamada Ruso Ingeniería. Nos asociamos con él para conquistar contratos en Veracruz. En 2012, como yo relaté, un monto total de 4 millones. Entre 2013 y 2014, el monto total fue de 6 millones”.
De Meneses Weyll se refería a Juan Felipe Ruiz Ortiz, que ya falleció, quien con su hijo Juan Felipe Ruiz Sosa, dueños de Constructora Ruso, se asociaron con Odebrecht en 2013, cuando el gobierno de Veracruz de Javier Duarte, les adjudicó directamente el Proyecto de Propósitos Múltiples de Xalapa. En las 50 páginas del testimonio de De Meneses Weyll, no hay ninguna otra referencia de financiamiento a campañas políticas.
–Durante el periodo que ejerció el cargo de director general, ¿tuvo conocimiento que un alto funcionario de Pemex, a través de la Dirección de Operaciones Estructuradas de Odebrecht, recibió valores extraordinarios o sobornos para el beneficio de Odebrecht, por ejemplo, la adjudicación de contratos?
La Dirección de Operaciones Estructuradas fue el área de donde salió el dinero para los sobornos trasnacionales.
“Sí, yo conozco los pagos”, respondió De Meneses Weyll. “Yo solicité los pagos a la Dirección de Operaciones Estructuradas y generó, efectivamente, un beneficio”.
–¿Puede especificar?
“Autoricé los pagos como un reconocimiento por una relación que existía y extrapolaba un periodo efectivo de, digamos, la presencia de ese funcionario”.
–¿Puede decir el nombre?
“Emilio Lozoya. Yo conocí a Emilio Lozoya (cuando) llegué a México en 2009. Él ejercía el cargo de director del Foro Económico Mundial y por ser mexicano, tenía un conocimiento que consideré útil para definir mi plan. Así lo hicimos. De 2009 a 2012 tuvimos innumerables encuentros, siempre que él iba a México yo lo consultaba para que él me orientase de qué manera nosotros podríamos desarrollar negocios”.
“Las orientaciones resultaron positivas para nuestras pretensiones, al indicarnos qué empresarios podrían complementar nuestras (capacidades). Entre 2009 y 2012, diría que fue un consultor para estructurar los programas. Y en ese periodo nosotros tuvimos con él… una atención… En la medida que en 2012 pasa a tener una relevancia en… la estructura política-administrativa, se sumó esa consideración al interés mío en invertir en una relación que nos podría resultar beneficiosa”.
De no haber entrado a la campaña presidencial, el “reconocimiento” (soborno) para Lozoya hubiera sido “mucho menor”, y “quizás se habría limitado al pago por servicios prestados con anterioridad, por cuatro millones de dólares. No hay mucho más que añadir. Si el Presidente lee el testimonio de De Meneses Wyell, verá que su fiscal lo está engañando.