Estamos a poco más de quince días de la elección, y se espera que las candidaturas presenten mensajes de cierre. Salvo que suceda algo extraordinario, la mayoría de los votos están ya decididos, sean ocultos, útiles o no. ¿Qué nos dicen las candidaturas a la presidencia? Vayamos por orden alfabético:
Xóchitl Gálvez (Fuerza y Corazón por México)
Más allá de la fascinación que ejerce entre sus leales, quienes todavía creen que ganará por que “es ella misma”, entendido como el personaje que ha venido jugando desde 20a00, los mensajes se dedican más a contestar al gobierno y dar vagas promesas que a realmente inspirar un cambio. Van dos ejemplos:
En una mezcla de tomas a personas reales e inteligencia artificial, la candidata les dice a los jóvenes cómo será el futuro a un año de ser presidenta. No está mal, si a ese público le gusta ese tipo de animaciones, pero becas, apoyos, exenciones de impuestos y datos móviles forma parte de las canastas básicas de propuestas de campaña, ¿no?
El segundo:
Todo indica a que el ataque de la candidata oficial sobre la eliminación de los programas sociales caló hondo en el ánimo del war room opositor. Si las personas mayores “merecen más”, ¿por qué no decir en qué consiste eso? Más allá de pensar en el país que le van a dejar a las futuras generaciones, es necesario convencer con algo concreto. Problema: no se puede recurrir a la frase “no te vamos a quitar un derecho adquirido y consagrado en la Constitución”, porque no es popular para los sectores más recalcitrantes de su alianza, restándole contundencia a su mensaje.
Jorge Álvarez Máynez (MC)
A estas alturas del partido, deberíamos tener claro que Máynez no piensa ganar. El objetivo es distinto: sumar votos para las demás candidaturas de su partido, con el fin de afianzar presencia local y, de ser posible, convertirse en el partido bisagra en el próximo gobierno. ¿Esquiroles? Para que fuese remotamente cierto, debería ser la candidatura de Gálvez competitiva, como para que le estuvieran quitando público. ¿Divide a la oposición? No me queda claro si muchos de los votos naranja son desilusionados de Morena, pero que no volverían a votar por PRI, PAN y PRD, y no se encuentran en el espectro del antiobradorismo desesperado.
Sí, también coincido con quienes acusan a su propaganda de no temer mucha sustancia más allá de frases pegadoras y música contagiosa. Sin embargo, qué bien saben manejar discursos y símbolos…
Claudia Sheinbaum (Sigamos Haciendo Historia)
Una vez más, la candidata del oficialismo no es un fenómeno mediático: simplemente hace lo que se tiene que hacer para realizar un trabajo, en este sentido. ¿Está mal? ¿Por qué habría de poner más esfuerzo si no tiene competencia que le pise los talones?
Por eso en un spot reciente puede darse el lujo de hablar de su historia personal:
¿Habrá sorpresas en el tercer debate que cambien el juego en la recta final? Por lo pronto, la próxima semana veremos estrategias de contraste.