Como en cualquier otro cierre de campaña, diversas candidaturas están invocando uno de los más persistentes mitos electorales: el llamado voto útil. No importa si tienen o no la capacidad para convocarlo de manera creíble: siempre usarán los mismos mensajes y argumentos.
Esto viene a cuento ahora que el jaloneo entre la oposición es por ver quién representa o no ese voto, y quién es o no un “esquirol”. Incluso hemos visto un spot bastante chocante, que inicia con un grupo de jóvenes usando los eslóganes de MC, e imitando sus tomas, solo para ser detenidos por un joven bastante chocante y pasivo-agresivo que dice que todo lo que dicen está muy bien, pero hay que votar por sacar a Morena primero del poder. ¿Sirve algo este tipo de llamados, o es solo parte del ritual?
Los llamados al voto útil son eficaces cuando puede ganar un grupo que es percibido como amenaza para la mayoría de la sociedad, y hay otro que, aunque todavía no cuenta con un voto para vencerles, puede posicionarse como una alternativa convincente. Los mensajes del llamado al voto útil pueden ser racionales, como mostrar encuestas de intención de voto; viscerales, como mostrar un escenario catastrófico si gana la amenaza; o kinestésicos para ilustrar la relevancia de la elección y, en el mejor de los casos, inspirar futuros posibles.
¿Cuándo ha funcionado llamar a voto útil y por qué? Veamos algunos ejemplos a lo largo de nuestra historia electoral:
El primer llamado a voto útil fue en 2000, durante la campaña de Vicente Fox. El ejemplo es racional: si se suman votos útiles de varias preferencias, incluyendo indecisos, hasta el voto priísta se puede unir.
Este ejemplo viene de la primera campaña de Enrique Alfaro a la gubernatura de Jalisco, en 2012. En este caso, buscaba que el voto panista, en aquel entonces en el gobierno, se sumara a MC. Los argumentos tienden a ser similares: momento histórico, evitar el triunfo del PRI y él era la única persona que lo lograría. Resultado: perdió tan solo por cuatro puntos porcentuales ante Aristóteles Sandoval, y acabó triunfando en 2018.
Durante la campaña de 2018, el candidato a vencer era López Obrador, y el resto de las fuerzas políticas se disputaban el voto útil, desde Anaya, Meade y el “Bronco”, de cuya campaña este ejemplo. Combina el temor a Morena con el rechazo a los partidos tradicionales. Aparte del entorno y discurso “ranchero”, ¿no les suenan elementos, como que la votación de un 70% del padrón podría cambiar el curso de las elecciones si votaran útil? Ríanse, pero el Bronco ganó más votos que varios partidos pequeños. Juntos.
Van dos ejemplos de llamado a voto útil en 2021:
El PRI, llamando a votar por el Frente. La motivación: detener la destrucción de Morena.
Por su parte MC, con un poco convincente argumento: Morena hizo las cosas mal, y ya conocemos al frente. Cierto, la contracampaña que le hicieron los tres partidos opositores a los naranjas pudo haberles quitado votos, pero tampoco se podía construir mucho a falta de un planteamiento alternativo.
En todo caso, la oposición junta le pudo quitar a Morena y aliados la mayoría calificada del Congreso y algunas ciudades. ¿Por qué no más? Fundamentalmente, los guindas no son percibidos como una amenaza para la mayoría de la ciudadanía, la oposición tradicional parte del desprestigio y MC todavía no logra posicionar una alternativa más allá de jingles pegajosos.
Lo cual nos lleva a:
En este caso, la triunfante oposición formada por el PRI, PAN y PRD quiere convencernos de que MC siguen siendo esquiroles y por ello la alianza es el voto útil. Imagínense cómo estarían comunicando si los tricolores, azules y amarillos estuviesen perdiendo…
¿Alcanzará el terror a Morena para llamar al voto útil en 2024? ¿Le aplicarán voto de castigo a una oposición que nada hizo por entender por qué perdió en 2018? No se pierden el desenlace el próximo 2 de junio.