Opinión

Fernando Dworak: El sexenio de un solo hombre

Polarización. | La oposición se ha dedicado a reaccionar ante las propuestas del gobierno ofreciendo frases “pegadoras” | Fuente: Shutterstock

A menudo, las verdaderas lecciones de una tragedia no son las más visibles. Por ejemplo, la oposición nos vendió desde 2006 la idea de que, si López Obrador ganaba, terminaríamos como Venezuela. Desde luego, en ese año la idea causó temor, pero para 2018 a esa frase le acabó pasando justo lo que le pasó a Pedrito de tanto anunciar que el lobo estaba cerca.

¿Por qué fracasó esta narrativa? No solo porque se desgastó, sino porque cuenta solo una parte de la historia. Hace un cuarto de siglo, Hugo Chávez llegó al poder porque la democracia de aquel país no atendió, o no supo atender, reclamos como la corrupción y la desigualdad. Gracias a ello ganó alguien que se presentó como distinto a los políticos “de siempre”, y que necesitaba todo el poder. Él y Maduro han usado una retórica polarizante para afianzarse en el poder, exhibiendo constantemente a los enemigos reales o imaginarios del gobierno para legitimarse. Los dos elementos se observan en los regímenes llamados populistas de todo el mundo: aquí no hay gran diferencia para nuestro caso.

Lo más interesante para México, es ver lo mediocre y acomodaticia que es la oposición venezolana, según comentaristas de aquel país, quienes la acusan de preferir llamar a la esperanza en vez de convertirse en una alternativa. Señalan incluso que los opositores dan la sospecha de esperar la derrota de Maduro para aprovecharse de las mismas reglas del juego.

Otros críticos de aquel país denuncian cómo la oposición venezolana, al seguir el juego de la polarización, hacen que toda la discusión pública gire en torno a quien polariza, eliminando cualquier otro debate. Así, alimentan el carisma del líder, confirmando que solo él garantiza la gobernabilidad.

Con este elemento, podemos vernos mejor en el espejo de Venezuela, toda vez que todo el país vivió enganchado emocionalmente al presidente, sea para alabarlo o para denigrarlo. Esos extremos han hecho que, por ejemplo, las “mañaneras” se viralicen día con día, haciendo que la opinión pública baile al son que marca el ejecutivo.

En lugar de reconquistar la confianza a través de la autocrítica y la resignificación del gobierno en los bastiones que les quedan, la oposición se ha dedicado a reaccionar ante las propuestas del gobierno, ofreciendo poco más de frases “pegadoras” sobre defender las instituciones y hacer marchas. De esa forma, terminan embonando tanto en los calificativos que se les cuelgan, como en la narrativa épica del gobierno.

Tanto ha girado todo alrededor del presidente, que la campaña fue sobre él, sus proyectos legislativos, su “Plan C” y las expectativas sobre si será o no una especie de jefe máximo a partir del próximo mes de octubre. Al hacer esto, se ha menospreciado a Claudia Sheinbaum, para quien la oposición es poco más que una figura decorativa. No importa cuánto los manuales de estrategia y la propia historia advierten sobre ignorar oponentes: este error ha llevado a que sepamos poco de ella, cómo podría gobernar y los retos de gobernabilidad que tendrá que enfrentar no bien se acabe de sentar en la silla presidencial. Menospreciar puede llevar a sorpresas no muy agradables en el corto plazo.

¿Y si gana Xóchitl? Algunos elementos: López Obrador se convertirá en el líder de la resistencia, teniendo como al menos primera minoría a Morena, PT y PVEM, quienes tendrán motivo para actuar cohesivamente. Por su parte, la coalición PRI-PAN-PRD posiblemente se desgaje, pues nunca significó gran cosa aparte del antiobradorismo, chantajeando a la presidenta con espacios si ella desea que avancen sus propuestas.

Pero eso lo veremos en unos días. Mientras tanto, mi único deseo es que salgan a votar, sea a quienes elijan. 

Fernando Dworak 30.07.2024 Última actualización 30 mayo 2024 7:7

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