A poco más de un año de la elección de 2024, en la que también se renovará Congreso de la Unión y nueve gubernaturas, desde el oficialismo pretenden instalar la idea de: 1) la inevitabilidad del triunfo presidencial de Morena, y 2): de que si acaso la duda es si les alcanzará para la mayoría constitucional.
Nadie niega que el partido mejor posicionado rumbo a la cita comicial del año entrante es el del presidente López Obrador. Pero dar por hecho ese triunfo prejuzga desde el azar hasta la condición humana, y algunas condiciones propias de esas elecciones, porque serán muchas simultáneamente.
Puestos a adelantar vísperas, dónde habría escollos para ese triunfalismo oficialista.
Primero que nada en las elecciones para renovar gubernatura. Ese día conoceremos a los ganadores de los poderes ejecutivos locales de Ciudad de México, Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán. Sí, hoy seis de Morena y tres de oposición: dos del PAN y una de MC.
¿Qué probabilidad hay de que esas entidades opositoras cambien al lopezobradorismo? Ahí donde hay amplio rechazo a Morena (Jalisco), donde pesa el voto tradicional panista del Bajío, o la buena imagen de un gobernador (Yucatán); cuánto pesará el que ahí los morenistas no despuntan.
CDMX es moneda en el aire. Clara Brugada o Rosa Icela Rodríguez pueden ser buenas candidatas en el papel para el voto morenista. De ahí a ganar toda la ciudad, es otra cosa. Xóchitl Gálvez es ídem para voto opositor, de ahí a que tenga maquinaria para imponerse, hay que verlo. O sea, nada para nadie hoy.
En Veracruz hubo un tiempo panismo y priismo. Y luego hubo yunismo. ¿Qué hay hoy? Una entidad emproblemada como pocas, donde la pelea será aún más interesante: Dante Delgado, jefe máximo de Movimiento Ciudadano, ha sido mencionado como posible candidato a gobernador por los naranjas.
Puebla es territorio de épicas batallas morenistas, ¿habrá fuerza (y huesos para el pago de cuotas) suficiente para que, tomada la decisión oficialista, estos vayan unidos a la campaña? ¿Frente a esa pugna guinda, qué capacidad de reacción tendrá el PAN? ¿Y los priistas de ese estado qué bando tomarán?
Dicen que Morena tiene buena candidata para Morelos. Tendrá pésimo gobernador (es un decir) al cual debe garantizar impunidad y del cual responder en los mítines, pero abanderada –sostienen– hay. En esa entidad donde ya hubo dos alternancias, ¿la oposición articulará la tercera?
Este recorrido descuenta Tabasco para los tabasqueños, mas la decisión de candidato en Chiapas podría ser costosa en términos de la alianza de AMLO con el llamado Partido Verde. Y en Coahuila se puede ver un ejemplo de lo que podría ocurrirle al oficialismo si no planchan las cosas debidamente.
Claro, dirán que si el Presidente pide voto parejo las huestes todas irán en ese sentido incluso en presidencias municipales. Pero ¿con las huestes le alcanza a Morena para ganar? Este año, de saque, las huestes si acaso le darán una de las dos gubernaturas en juego. Una muy buena, pero una de dos.
Hay quien dice que Morena ganará la Presidencia arrasando en unos estados y logrando segundos lugares en los que lucen complicados para ellos: Jalisco, Aguascalientes, Nuevo León, Coahuila, etcétera. De acuerdo, pero cuánto irán perdiendo en el camino, y cuánto es “arrasando”.
Un nuevo presidente (a) de Morena en Palacio pasa por los estados, y en esas elecciones todos los partidos tienen incentivos para obtener/retener espacios regionales desde los cuales defender su vigencia.
De saque, nueve competencias locales podrían condicionar el triunfo nacional. Y los otros estados también jugarán.