Desde mediados de 2014 Dante Delgado, fundador y jefe político de Movimiento Ciudadano, tenía una obsesión: crear un polo progresista, donde las fuerzas de la izquierda construyan un proyecto conjunto que triunfara en las elecciones presidenciales de 2018. Pocos le prestaban atención, inclusive después de que un año después, el diagnóstico que había elaborado Delgado, se ajustara a la realidad.
Un año antes de las elecciones federales de 2015, también anticipó que los partidos en el polo progresista, el PRD, PT, Movimiento Ciudadano y Morena, lograría entre 50 y 60 diputados; obtuvieron 58. Adelantó que su partido ganaría en Jalisco y tendría avance en el norte. Con Enrique Alfaro en la presidencia municipal de Guadalajara, el partido arrasó en Jalisco mientras que al tener como candidato al gobierno de Nuevo León al ex panista Fernando Elizondo, obtuvo 5% del voto en un estado donde no existía. Veía ese año como fundamental para ver en dónde estaban parados realmente los partidos de izquierda.
“Es mejor que 2015 ponga todo en orden para todas las fuerzas del polo progresista, para permitir una ubicación correcta y apropiada de cómo debe construirse un proyecto que logre alcanzar la victoria en 2018”, dijo en aquél entonces. Las elecciones de 2015 le dieron su justa dimensión a los partidos: 28 diputaciones del PRD, 14 de Morena, 10 de Movimiento Ciudadano y 6 del PT. De los cuatro, sólo el PRD retrocedió al perder 32 diputaciones alcanzadas en 2012.
Los resultados comenzaron a mover su estrategia, como había anticipado.
Ya había visto la caída del PRD ante el control de la corriente Nueva Izquierda, cuyo jefe político es Jesús Ortega y el líder del partido era Jesús Zambrano. “¿Otra ves los Chuchos quedándose con todo sin hacer nada?”, se preguntó Delgado. “No creo. Ya el PAN y el PRD transitan muchos juntos en materia electoral. Les gusta a ambos hacer elecciones juntos”. Un vez más, tenía razón. En las elecciones para gobernadores el 5 de junio, si bien el PRD se alzó con varias victorias en alianza con el PAN, fue este partido el que capitalizó las victorias mientras su coaligado se desdibujó.
El polo progresista evolucionó en la mente de Delgado, quien lo rebautizó como el cuarto polo. Bajo esta nueva concepción, ya no planteó la unión de los partidos de izquierda –su relación política con Andrés Manuel López Obrador es inexistente-, sino una cuarta fuerza electoral en las elecciones de 2018. Hoy sólo reconoce como partidos con posibilidades reales de competencia al PRI, el PAN y Morena, descartando al PRD, al que sí ve, sin embargo, como parte de una coalición que con la persona idónea, podría ser factor decisivo en la elección.
Delgado está viendo el 2018 a nivel local y nacional. Junto con Alfaro se ha reunido con el jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, que coquetea con Movimiento Ciudadano para armar una coalición para luchar por la Presidencia, que incluya al PRD y al PT, con lo que en las condiciones actuales, podría alcanzar alrededor del 18% del voto, siempre y cuando no haya una diáspora de militantes del PRD hacia Morena.
La opción de Mancera fue la primera a la que se aproximaron Delgado y Alfaro, pero no la única en su horizonte. En las últimas semanas han estado en pláticas con Margarita Zavala y su esposo, el ex presidente Felipe Calderón. Zavala espera que el PAN la nomine a la Presidencia, pero la lucha interna va a ser difícil frente a un líder nacional, Ricardo Anaya, que está construyendo las alianzas dentro del partido –con presupuestos y candidaturas- para que respalden su potencial candidatura, y ante el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, que está armando un trabuco panista con amplia experiencia electoral para hacerse el próximo año de la candidatura.
La opción de Movimiento Ciudadano es una alternativa real para Zavala, que se encuentra en el segundo paquete de los principales contendientes por la Presidencia en 2018, detrás de López Obrador, pero compitiendo en ocasiones contra él y cada vez alejándose de los dos únicos priistas considerados con posibilidades de competir, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y el gobernador del estado de México, Eruviel Ávila. Delgado y Alfaro no han hablado con Mancera de la opción Zavala, y siguen cultivándolo en espera de que tome decisiones.
Mancera quiere ser candidato, pero no camina como quisiera el PRD para hacerse de la candidatura, lo que tiene desconcertados y molestos a los perredistas, que quisieran que se definiera, a partir de convertirse en militante del PRD. Mancera no quiere perder su carácter de ciudadano, pero tampoco permite que el PRD empiece, con su aparente indecisión, construya la candidatura del gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, quien en este momento sería el único–con sus grandes desventajas- de disputarle la candidatura. La indefinición aparente de Mancera, que implica retrasos en la planeación estratégica, ha llevado a Delgado y Alfaro a explorar la vía de Zavala.
El cuarto polo no está concebido ulteriormente para quedarse con la Presidencia, pero sí para alcanzar una bancada poderosa en las cámaras. Si de ahí crece Movimiento Ciudadano para ir por Los Pinos en 2024, se verá con el tiempo. El objetivo de Delgado en 2018 está en el legislativo. Lo que no se sabe es si en su venta ha compartido con Zavala y Mancera sus verdaderas intenciones.