Este 10 de abril se llevará a cabo en el país la consulta de revocación de mandato que se mandó hacer el presidente López Obrador. Para ello ha contado con el apoyo de funcionarios de gobierno en su condición de lacayos, como se ha visto en el penoso caso del secretario de Gobernación, que venía haciendo un papel discreto y efectivo, y de pronto se convirtió en, como dicen los clásicos, una chachalaca.
Otro personaje volando bajo es la señora Sheinbaum. Dueña de un carisma depresivo, la candidata del Presidente es más aburrida que ver crecer el pasto. Sheinbaum se ha dedicado a imitar al Presidente con resultados lamentabilísimos. El miércoles organizó un mitin en el que habló de tal manera que seguramente los asistentes pensaron que estaban pagando alguna penitencia. Pobrecita, no prende ni la luz.
Y ni qué decir de Mario Delgado, un hombre que es derroche de simpatía e inteligencia. “El hombre chispa” se da vueltas por el país diciendo babosadas sin parar, anunciando la llegada del mesías, la revocación de “los traidores” y anunciando la urgencia de “derrotar a los conservadores” (lo cual se supone pasó en 2018). Por todos lados deja evidencia de su patético liderazgo y que está a la espera de que alguien con dos dedos de frente –o menos– lo pueda sustituir.
Pero usted, lectora, lector, lectore, ¿qué piensa hacer este domingo si no piensa participar en la kermés que se armó con dinero público el Presidente? Acá le ponemos una serie de actividades para disfrutar sin culpa cívica de este domingo:
Nada. Hacer nada puede incluso ser un acto político en esta ocasión. Haga del ocio un manifiesto, una posición activa a favor de la vida democrática. Nunca la hueva pudo aportar algo tan significativo a la vida política nacional. No se sienta mal, no haga nada, es mejor que ir a la farsa.
Ir al baño. Defecar puede ser también una manera de opinar sobre la consulta organizada por y para el Presidente. Se entiende que, en sentido figurado, pero puede ser la forma de expresar su radicalización respecto al estado de las cosas en la vida nacional. Además, es un estilo de manifestarse dentro de los términos actuales del debate público.
Aburrirse. No tiene nada de malo. Dada la urgencia por estar haciendo algo todo el tiempo en estas épocas de teléfonos con vida, aburrirse puede ser una experiencia aleccionadora. El hombre históricamente se ha aburrido, no tiene por qué estar todo el tiempo en alguna actividad que exija interacciones. Sacarse los mocos, por ejemplo, hacerlos bolita y proyectarlos al basurero puede ser una manera de pasar ese tiempo, o rascarse a profundidad la nariz en busca de esa molesta “zucarita” de mucosidad. O si quiere estar medio dormido todo el día vea algunos videos de Santiago Creel expresando su rechazo al gobierno o platicando de las recetas de Navidad y cómo bajar calorías.
Netflix. Uno de lo grandes inventos de la humanidad, sin duda. Usted puede ir a comprar unos pollos rostizados, un pomo o dos, y disponerse a ver un maratón de series o películas. Si es usted del género masculino, es sabido que va a querer ver “El padrino”, la película favorita de este sector de la población (en especial “El padrino II”. Por alguna extraña razón la mayoría de los hombres dice que su película favorita es “El padrino”, para luego matizar, “pero la dos”).
Claro, puede hacer actividades cotidianas como encerar el coche, cortarle las uñas al perro, barrer las banquetas, cocinar y desmadrar la cocina, arreglar sus cajones, ver fotos de su infancia o deprimirse como cualquier domingo. Hay mucho qué hacer sin necesidad de hacer el oso de participar en el circo presidencial.