No sé cuál vaya a ser el resultado de los procesos de selección de candidatos a la Presidencia de la República por parte de Morena o en el bloque opositor.
Pero, con independencia de lo que de tales procesos resulte, será crucial para el futuro del país cuál vaya a ser la composición de las dos cámaras del Congreso.
Como en otros temas, quizás quien tiene perfectamente claro la relevancia del asunto sea el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.
Desde hace varios meses, cuando presentó lo que él denominó su ‘Plan C’, dando por descontado lo que hoy es un hecho, la eliminación del Plan B, subrayó que era fundamental que los electores, además de votar por el candidato o candidata de Morena a la Presidencia lo hicieran por los candidatos a diputados y senadores, con objeto de obtener la mayoría calificada en las dos cámaras del Congreso.
Tanto le importa a López Obrador el asunto que señaló que en el mes de su gestión en el que operará con el nuevo Congreso de la Unión, es decir, en septiembre del 2024 enviaría reformas constitucionales que espera que pudieran ser aprobadas por cámaras en las cuales Morena tuviera mayorías calificadas.
De acuerdo con las tendencias que hemos visto en los últimos años, no será nada fácil para Morena y sus aliados obtener la mayoría calificada, salvo que en alguna jugada de última hora pudieran sumar a su coalición, fuera de manera expresa o de facto, a Movimiento Ciudadano o… ¡al PRI!
Algunos integrantes del Partido Acción Nacional (PAN), destacadamente el senador Damián Zepeda, están empujando dentro de su organización para que no se vaya en una coalición para el 2024 que incluya al PRI.
Puedo asegurarle que si esa circunstancia ocurriera, el PRI no iría aislado sino que se sumaría a Morena, contribuyendo a aplastar a una potencial alianza opositora.
Podrán disgustarnos de manera superlativa los dirigentes de los partidos que hoy conforman la alianza Va por México, pero, han tenido la capacidad para mantener viva la coalición.
Me parece que aquellos que imaginan que una candidatura respaldada sólo por organizaciones ciudadanas puede ganar no aprendieron la lección del 2018.
Aunque el PRI tenga un enorme descrédito, sigue contando con una presencia territorial que de hecho no tiene ni siquiera Acción Nacional y mucho menos Movimiento Ciudadano.
Estamos en un momento de incertidumbre en el que están abiertas muchas posibilidades. No es imposible que una candidatura ciudadana pudiera crecer como la espuma.
Pero, hoy no es el escenario más probable.
Pero, lo que sí pareciera realista es que la coalición opositora pudiera construir una pléyade de candidaturas a diputaciones y senadurías que permitiera, en primer lugar, que Morena no obtuviera mayorías calificadas en ninguna de las dos cámaras del Congreso.
Es más, con una buena selección de candidatos, sería factible que incluso se impidiera que Morena tuviese mayorías absolutas en ninguna de las dos cámaras del Congreso y que eventualmente perdiera algunas de las gubernaturas que estarán en contienda.
Esto requiere una actitud pragmática y no ideológica.
Dicen que en la política hay que aprender a tragar sapos sin hacer gestos.
Eso significa que es probable que tengan que tejerse alianzas con personajes que probablemente a algunos les resulten incluso repugnantes.
Pero, si eso no se hace y no se logra esa alianza, lo más probable es que no solamente Morena gane cómodamente la Presidencia de la República, sino que también consiga con amplitud la mayoría en las cámaras del Congreso.