Un evento que pudo ser simplemente protocolario, el informe del presidente López Obrador por los primeros 100 días de gobierno en su tercer año de gestión, resultó más revelador de lo que muchos pensaban.
El presidente comenzó planteando un panorama económico y social que corresponde estrictamente a un mundo paralelo.
Es diferente completamente a lo que puede apreciarse en función de los datos duros que el INEGI, el Coneval y hasta la Secretaría de Hacienda informan.
Solo por citar dos ejemplos, le refiero que el presidente López Obrador habló de la abundante obra pública que, a su juicio, construye su gobierno.
Nos hizo pensar en el México de mediados del siglo pasado, en el que se edificaba buena parte de la infraestructura material del país.
Bueno, pues, de acuerdo con las cifras del INEGI, durante los primeros dos años del gobierno de AMLO la inversión pública retrocedió en 21.9 por ciento en términos reales.
Y esta grave caída se sumó al estancamiento del sexenio pasado, cuando la inversión pública creció apenas a una tasa de 0.8 por ciento al año.
Para los primeros dos meses de este año, Hacienda informó que la inversión física del sector público federal decreció en 17.1 por ciento, continuando con la tendencia descrita antes.
El otro caso fue el de los programas sociales, que también en su opinión llegan a la mayoría de los hogares mexicanos.
Las cifras del Censo de 2020 reportaron que el 25 por ciento de los hogares del país reportan que al menos uno de sus integrantes recibe ingresos monetarios provenientes de los programas del gobierno federal.
Por simple aritmética, quiere decir que el 75 por ciento de los hogares mexicanos no reportó recibir ingresos monetarios provenientes de los programas del gobierno.
Este dato hay que sumarlo a las cifras de Coneval, que reportó un incremento de la pobreza laboral en 2020, de 37.3 a 40.7 por ciento.
El presidente aseguró en su informe de ayer por la tarde que tiene la convicción de que, a mediados de este año, el país habrá recuperado lo perdido durante la pandemia.
Aun si suponemos que el PIB va a crecer 5 por ciento en este año, al término de 2021, todavía estaremos por abajo en 4 por ciento respecto al nivel que teníamos al cierre de 2019.
No es un asunto de opiniones. No hay manera de que recuperemos lo perdido por la pandemia a mediados del año.
Es entendible que el presidente López Obrador quiera apuntalar su narrativa de que estamos dejando ya los malos tiempos que la pandemia trajo consigo.
Creo que nadie podía esperar que tuviera un tono autocrítico en este informe.
Lo que sorprendió de la alocución de ayer fueron dos cosas: la apología que hizo del papel de las Fuerzas Armadas y sus referencias a la historia.
En el primer caso, como pocas veces, pintó un cuadro en el que se pudo constatar la omnipresencia del Ejército y la Marina. No solo haciendo funciones de vigilancia sino de ingenieros, constructores, administradores, aduaneros, y hasta enfermeros.
La única referencia a funcionarios públicos en su informe correspondió a los secretarios de Defensa y Marina, a quienes agradeció su apoyo.
El otro tema, singular para un informe, fueron las diversas referencias a los aniversarios que se celebran en este año: la fundación de Tenochtitlan, su caída, y la consumación de la Independencia.
Refirió a una larguísima lista de títulos que serán reeditados este año en ese marco y que, en todo caso, sería de interés para estudiantes de literatura o historiadores. Si usted está pensando en que esa lista se debió a la influencia de alguien cercano a AMLO, seguramente acertará.
El presidente tiene otros datos. Ya lo sabemos. Nos lo reitera frecuentemente. Pero, como en pocas ocasiones nos dejó ver su universo de una manera clara.
Finalmente, es importante entender cómo piensa y visualiza la realidad quien toma las decisiones que más afectan la vida del país.
Aunque nos remita a una realidad paralela.