José Luis Luege Tamargo, exdirector de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), considera que la crisis hídrica en el Valle de México es un problema que amenaza a la seguridad nacional.
En entrevista, el experto en temas hídricos comenta que, desde su lectura, la cuenca del Valle de México (Ciudad de México, Estado de México, Hidalgo y Tlaxcala) “es quizá la región más vulnerable en materia de agua de todo el país, es un asunto que amenaza la seguridad nacional, y debería considerarse así”.
Señala que el tema cobra mayor relevancia si se considera la densidad poblacional de la zona, pues es habitada por al menos 22 millones de personas, de acuerdo con el último censo del Inegi, en 2020.
El diagnóstico de Luege Tamargo se alinea al reporte de la Conagua, órgano encargado de la administración y preservación del agua en el país, quien revela que actualmente los estados del norte (Chihuahua, Durango, Sinaloa y Sonora), así como la zona centro del país, presentan sequías catalogadas como excepcional y extrema, respectivamente, condición que agudiza la crisis hídrica del Valle de México.
“Estamos en medio de una crisis muy grave; 2023 fue el año más seco en todos los registros históricos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y revela la realidad del cambio climático, que nos lleva a fenómenos extremos: por un lado, sequías extremas y, por otro, huracanes como ‘Otis’, que destruyó Acapulco, con una categoría nunca vista en ese punto del Pacífico”, indica.
La problemática se tensa al saber que, al cierre del 2023, Conagua registró un déficit promedio de 26% en el volumen de almacenamiento de agua en las 210 principales presas del país.
El Sistema Cutzamala, por ejemplo, que suministra agua a la capital del país con sus siete presas, terminó noviembre del año pasado con un 38% de llenado, muy alejado del 80% de almacenamiento con el que solía concluir dicho mes en años anteriores; una condición de la que no ha podido recuperarse, pues al corte del pasado 19 de marzo, el llenado se reportaba en apenas un 36.2% de su capacidad.
Luege Tamargo resalta que hay preocupación por la situación que atraviesa este sistema de presas, principalmente ante la posibilidad de que sea alcanzado por el llamado ‘día cero’, es decir, cuando no se pueda extraer más agua, un escenario que podría materializarse a finales de junio del 2024, según estimaciones de la propia Conagua.
Acuíferos, inquietud prioritaria
Luege, quien actualmente preside la asociación civil ‘México Posible’, pone en la mesa su principal preocupación con relación al abasto de agua en la Ciudad de México: la condición de sus acuíferos.
Destaca que estos inmensos almacenes de agua subterráneos abastecen un importante 70% del total del consumo de agua en la Ciudad, y advierte una situación delicada, pues afirma que “nos aproximamos a un punto en el que no podremos bombear más líquido de esta fuente, lo que pondría en riesgo la viabilidad de la Ciudad, la vida de las personas”.
Cuestionado respecto a la posibilidad de alcanzar este escenario, el experto afirma que nos encontramos en un riesgo inminente, y que no sólo alarma que en la Ciudad nos quedemos sin nuestra principal fuente de abastecimiento de líquido, sino que su recuperación es un proceso naturalmente largo, al alimentarse de escurrimientos de agua de lluvia.
“El acuífero tiene un proceso de recarga muy lento que aprendimos de niños: la lluvia en la parte alta de las cuencas, las montañas, los escurrimientos y, donde son las zonas permeables del suelo, viene la recarga del acuífero”, describe.
A esta problemática, añade, se le suma que el desarrollo urbano se ha extendido “sin límites”, reduciendo las zonas naturales en las que inicia el proceso de captación y filtración del líquido, “entonces hemos destruido las zonas de recarga, tenemos mayor extracción de agua, y menos capacidad de carga”.
El estrés hídrico ya es tangible… y lo sufren miles de capitalinos y habitantes de la Zona Metropolitana. Tan sólo en enero del 2024, de acuerdo con la Gaceta Oficial local, 284 colonias en la CDMX se quedaron sin abastecimiento de agua, por lo que el gobierno recurrió al ‘tandeo’, la distribución de agua a través de pipas.
A esta problemática se suman colonias en la Ciudad, las que el suministro es reducido e irregular, donde pobladores, según testimonios recabados, reciben agua “con poca presión” y de forma intermitente, de 3 a 4 días a la semana, en colonias como pedregales de Santo Domingo y Santa Úrsula, en la alcaldía Coyoacán; o en la colonia Consejo Agrarista, en la alcaldía Iztapalapa, donde el suministro de agua se interrumpe de manera constante hasta por dos semanas seguidas.
Luege, quien fue director de Conagua en el sexenio del presidente Felipe Calderón, añade que es necesario atender de manera urgente la poca disponibilidad de agua en la CDMX.
Para ello, dice, es necesario realizar estudios que arrojen con precisión el llenado actual de los acuíferos en la Ciudad —algo que se dejó de hacer, acusa—, reparar fugas en la red hídrica, (en las que se pierde cerca del 50% de abasto), tecnificar e innovar el sector, captar agua de lluvia, hacer conciencia política y social del tema, y voltear a ver otras fuentes de suministro como el proyecto de ampliación del sistema Cutzamala o la extracción de agua de El Mezquital, en Hidalgo, “alternativas viables, técnica y económicamente”, asegura.
Sin embargo, advierte que la tarea no será sencilla, pues desde su experiencia, dice, un plan hídrico “es muy caro, se tiene que elaborar un proyecto y ejecutar una obra, y eso lleva entre cinco y 10 años, depende del grado de complejidad. Yo he llegado a la conclusión de que hay que empezar en este momento”, menciona.
Desalinización, alternativa posible, pero, ¿viable?
Ante la crisis hídrica que vive México surge la duda de por qué un país con 11 mil 122 kilómetros de litorales sufre de escasez de agua. A nuestra nación la abrazan dos principales regiones marinas: la del Pacífico, que incluye los golfos de California y Tehuantepec; y la del Atlántico, que aglutina al Golfo de México y el Mar Caribe, por lo que surge la pregunta: ¿es posible desalinizar el agua de mar para consumo humano?
La respuesta es sí. Sin embargo, aunque es una alternativa a la escasez de agua, no se ve como una opción que dé respuesta global a la problemática, opinan expertos en la materia.
En entrevista, Adriana Flores, profesora de la Universidad Iberoamericana, indica que en México, el proceso de separar la sal del agua marina es una realidad.
"Los usos del agua desalinizada pueden ser diversos, no sólo la ingesta, se usa para preparar alimentos, para el aseo personal, pero también para el riego, para la producción de energía eléctrica, o el uso industrial para enfriar turbinas", acota.
De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), en México existían en 2021 un total de mil 256 plantas desalinizadoras.
La experta comenta que esta técnica se usa en ciudades cercanas a litorales, y que esta vía de abastecimiento de agua es factible dentro de un uso meramente local.
Una visión que comparte José Luis Luege, exdirector de Conagua, quien indica que la desalación, —como también es conocida esta técnica—, es posible “desde el punto de vista técnico y medioambiental, y factible para ciudades cerca de litorales”.
Sin embargo, precisa, “desde el punto de vista técnico-económico no es factible la transportación del líquido” para urbes lejanas a la costa y ejemplifica con la distancia entre la capital del país y “el punto más cercano del Golfo de México”, en este escenario, plantea, traer agua desalinizada “costaría más de 30 veces lo que nos cuesta traerla de lugares más cercanos (como cuerpos de agua en el Estado de México, Hidalgo o Michoacán) y mucho más de que si logramos mejorar la eficiencia en la Ciudad de México”, dice.