Siguen los logros para la astronauta Katya Echazarreta, quien ahora cuenta con su propia Barbie como parte de su Role Models, un proyecto de la empresa Mattel que nació en 2015 y que tiene como objetivo reconocer con muñecas a su imagen y semejanza a mujeres que con sus vidas y trayectorias inspiren, motiven y produzcan cambios positivos en la sociedad.
Ante ello, la mexicana nacida en Jalisco, habló sobre el impacto social y cultural que sus logros han tenido, pues afirma que desde el momento en que se dio a conocer la noticia de su viaje al espacio los medios nacionales e internacionales encontraron en ella a una nueva figura identitaria; esto fue replicado por miles de niñas y niños, adolescentes y profesionistas que descubrieron en ella un nuevo modelo a seguir.
La empresa Mattel y Barbie homenajean la carrera de la astronauta mexicana-estadunidense en la forma de un modelo de Barbie. Un reconocimiento que si bien no formó parte de sus objetivos principales, fue recibido con humildad, agradecimiento y mucha emoción.
Katya narró a Milenio que tras la noticia de esta colaboración, Katya corrió a contarle a su madre y repitió la misma introducción que ha formado parte de su vida, casi de forma cómica, durante los últimos años: “Mamá, ¿qué crees? Me dieron una beca… ¿Qué crees? me voy a ir al espacio… ¿Qué crees? me van a hacer una Barbie”.
“Mi mamá empezó a llorar; me puse a pensar en la importancia no nada más para esta sociedad hoy, sino para todas las generaciones de mujeres que todavía siguen aquí, pero que vivieron una infancia muy, muy diferente. Ellas no tenían permiso de soñar, no podían imaginarse un futuro con educación, una carrera, independencia, con algo así… Eso no era una realidad para ellas, y claro que tenían sueños y querían hacer estas cosas, pero no podían decirlo. Todavía es la realidad de nuestras abuelitas, de nuestras madres y de nosotras cuando éramos niñas”.
Katya enfatiza la importancia de que dejemos de tratar a las niñas como antes: “Si quieren jugar a astronautas, pueden convertirse en astronautas en el futuro, no solo tiene que ser un juego […] La diferencia con esta muñeca es que no es una muñeca de un astronauta genérico; es de una mujer real que existe, que está trabajando, que realmente tuvo estas experiencias y que sigue trabajando para crear oportunidades para todas las niñas y niños mexicanos, latinoamericanos en general, que quieran lograr algo así. Creo que eso les da mucha esperanza también”.
Comentó que su trabajo en la nave y el laboratorio se ha transformado, en su gran mayoría, en entrevistas, pasarelas, divulgación y activismo; labores que, en sus propias palabras, es más aterradora que viajar al espacio exterior.
A casi diez meses de su viaje al espacio, Katya relata un poco del proceso social que englobó su vida durante ese periodo; el impacto social de este logro permeó su carrera, y también en sus relaciones familiares y sociales, así como en su percepción del mundo que la rodea; entendió lo relevante que fue el apoyo de su madre durante su infancia, teniendo que crecer con, y soportar, el peso de las ideologías de género, el sexismo, el racismo y el machismo.
“De muy niña me fui dando cuenta de que a veces los adultos no tienen la razón ni lo que dicen es correcto. A muchos niños les enseñan que si un adulto te dice algo, tienes que escuchar y hacer lo que te dicen. Eso puede ser algo peligroso y puede cambiarles la vida de manera muy negativa –y agrega–: Yo soy muy afortunada porque, claro que escuchaba todas esas cosas, pero al mismo tiempo, tenía el apoyo de mi mamá, y cuando ella escuchaba que alguien me decía eso, incluso mi propia familia, me decía: ‘Tú sabes que no es cierto, tú sabes quién eres, sabes lo que quieres y no tienes que escuchar esas palabras si no quieres. Tú tienes que tomar esa decisión’. Eso siempre me ha ayudado mucho, desde niña entendí que lo más importante es lo que yo quiero, mis logros, especialmente como mexicana”.
Y añade, determinante: “Este logro es mío, pero no completamente: 90% es de mi mamá”.
Ingeniera electrónica por la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), la jalisciense ha hablado sobre el panorama que acompaña a las mujeres en la ciencia o la ingeniería, una noción que muchas veces comienza en los círculos sociales más cercanos. Y, aunque acepta que algunas cosas han mejorado, señala que aún hay muchos muros sociales que derribar.
“Definitivamente creo que la situación para los jóvenes ahora es muy diferente a cuando nosotros éramos chicos, o nuestros papás. Todo va cambiando, lentamente, pero sí va cambiando con cada generación. A mí todavía me tocó una situación muy tradicional, una familia tradicional mexicana. Es importante decir que aunque sea tradicional, no quiere decir que esté bien".
"Es una tradición tener una familia muy machista, que para nosotros era normal, como es normal para muchísimas familias. Siempre he sido una niña, una mujer, muy independiente y recuerdo que no me gustaba esa situación; mi mamá siempre me dijo: ‘Tú no tienes que vivir así, pero eso está en ti’. Yo crecí con la idea de no querer esa vida. Y, al mismo tiempo, mi papá es ingeniero y cuando se dio cuenta de que me gustaba mucho ese tema, no le gustaba mucho”, comenta.
“(Mi papá) Me empezaba a decir que no lo debería hacer, que en su trabajo él ve lo que le sucede a las mujeres, cómo hablan de ellas, cómo las tratan. A mí eso me confundía mucho porque yo decía, si tú lo estás viendo, ¿por qué no haces nada? ¿por qué tu solución es que no entre y no ver qué está pasando o por qué estamos haciendo esto? Son pensamientos de generaciones que ya tienen muchísimos años en esta sociedad […] Todo esto todavía existe y todavía van a tener que enfrentarse con eso, pero hoy los jóvenes ya tienen más apoyo, tienen a más modelos a seguir, tienen a más personas, como nosotros, que ya nos salimos de ahí y estamos logrando muchas cosas a pesar de todo lo que vivimos y todo lo que existe en la sociedad”.