“President Donald Trump”, tres palabras que una amplia mayoría de los jóvenes estadounidenses entre 18 y 35 años juraron en redes sociales que lucharían por evitar decir los próximos cuatro años de sus vidas.
En los últimos seis meses, los millennials de distintas partes del mundo han tenido en sus manos, dos de las decisiones más importantes de la historia moderna: las elecciones presidenciales de Estados Unidos y la salida del Reino Unido de la Unión Europea; sin embargo, su voz y su visión de país no se vieron representadas en ninguna de ellas.
¿Qué pasó? A nivel global mi generación no muestra interés en estar involucrada de manera activa en la toma de decisiones de su país.
Expresamos en redes sociales nuestro descontento con el sistema, retuiteamos sobre el respeto a los Derechos Humanos, firmamos peticiones de Change.org sobre los cambios que queremos en nuestras naciones, hacemos Snapchats hablando sobre nuestros ideales, comentamos y compartimos posts en Facebook, del Huffington Post y Buzzfeed sobre acontecimientos políticos importantes, pero al momento de salir a defender nuestro futuro y nuestra aspiración de Estado, cuando la decisión realmente está en nuestras manos, decidimos no actuar.
En el caso específico del Brexit, lo que de verdad estaba en juego era el futuro de los jóvenes ingleses que crecieron siendo ciudadanos europeos, con la posibilidad de vivir, transitar y trabajar sin necesidad de pasaporte, visa o estatus de migrante en veintiocho países. Aun así, únicamente votó el treinta y seis por ciento de las personas entre dieciocho y treinta y cinco años, una diferencia enorme comparada con el ochenta y uno por ciento de ciudadanos de cincuenta y cinco en adelante. Hubo, incluso, como escribió Roula Khalaf en el FinancialTimes, un político francés que declaró que “los jóvenes deberían votar dos veces cada uno en referendos sobre el futuro de la Unión Europea”. La pregunta es: si así fuera ¿habría alguna diferencia en la participación electoral juvenil?
Esto es muy similar a lo que sucedió en Estados Unidos, donde la mayoría de los expertos declararon que hubo poca participación de los millennials en las elecciones del pasado martes y que de haber sido el caso contrario, Hillary Clinton hubiera ganado de forma arrasadora la presidencia de ese país. Y con ella hubiera ganado un discurso de inclusión y tolerancia sobre uno de racismo, xenofobia y odio.
En el caso de México, los jóvenes seremos quienes decidiremos quién será nuestro próximo presidente, pero más importante aún, poseemos el poder de marcar la agenda nacional de los próximos 20 años. Tenemos la posibilidad de hacer escuchar nuestras voces más allá de las redes sociales. Existen muchas formas de lograrlo: constituyendo asociaciones, creando foros, saliendo a manifestarnos por los cambios que deseamos. Con acciones como estas, podemos demostrar nuestra capacidad de diálogo, de unidad y de respeto. Es hora de tomar las riendas de nuestro futuro y enseñarle a las generaciones pasadas que hemos aprendido de sus aciertos, pero sobre todo de sus errores. Que estudiamos y escuchamos a la historia.
La realidad es que los nacidos entre 1980 y 2000 representamos el 50 por ciento del consumo global; para 2025, seremos el 75 por ciento de la fuerza laboral del mundo, aportamos el 30 por ciento de las ganancias totales de la industria del turismo y más del 75 por ciento a las industrias de la tecnología. Mercadólogos, encuestadores, revistas de negocios, medios de comunicación, parece que todo el mundo se da cuenta de nuestro poder e influencia, menos nosotros.
Participar en la vida pública del país es un acto de necesidad, que se puede hacer desde diferentes trincheras. Necesitamos que nuestra voz no sólo se escuche sino que también sea parte fundamental de la toma de decisiones. Los millennials tenemos un poder gigantesco, nos tenemos que quitar el miedo a ejercerlo.
Recuerden que la INE sirve para votar, no sólo para entrar al antro.