Es un comodín, esa carta multifuncional que a nadie cae mal en una partida. La candidatura de Samuel García ayudaría a demasiados a jugar a favor de intereses que, más que ganar la Presidencia, buscan retener lo más posible de cuanto tienen hoy. Y con suerte, obtener un poco más.
Si Samuel García se lanza bloqueará a Marcelo Ebrard, lo cual en Movimiento Ciudadano será visto como un alivio. El fuereño no es bienvenido por cuadros que padecerían desplazamiento o que se verían obligados a negociar con este “hijo pródigo” que arribaría pidiendo posiciones para los suyos.
El sueño presidencial del gobernador García no supone una reconformación de liderazgos al interior de MC, ni amenaza los proyectos naranjas en Jalisco o en la CDMX. Y esos políticos hasta se llevan bien con el regiomontano, que de paso refuerza el discurso de renovación de clase política, etc, etc.
Samuel sería la mejor noticia para Morena y para el presidente López Obrador. Divide a la oposición, ataca al PRI, desdeña al PAN, ayuda a consolidar la propaganda de que el Frente es una opción de un fracaso probado, una apuesta perdida, una campaña de pasado sin futuro.
Con García en la boleta, Dante Delgado puede seguir en sus cálculos rumbo a 2030, en esa aritmética confiada en que el país aguanta seis años más de arrebatos de las fuerzas lopezobradoristas. Otro sexenio para ser bisagras en el Congreso, constituirse en votos indispensables para los acuerdos.
García podrá decir a la iniciativa privada de su estado que “va y viene”, que le apoyen en esto, que les deja las carteras que gusten, que ganan más confiando en que al regresar tendrá más poder en el Congreso local y en la zona metropolitana regia, que mejor él creciendo ahí que Morena, que mejor él de amigo de AMLO, con quien gestionará la agenda empresarial porque el Presidente agradecerá su jugada de sacrificio, y que lo mismo pasará con la próxima presidenta, a la que presto alzará la mano. Oposición “leal”.
Es el que “todo cambie para que todo siga igual”. El candidato de Jalisco tendría en él un vocero para insistir en que hay tercera opción, que ni Morena ni el Frente, discurso que afianza el modelo naranja como la alternativa a la que toca, así sea marginalmente, seguir dando oportunidad.
Parte de la IP también apoyaría la opción de tener una carta de recambio por si se les cae Xóchitl Gálvez: qué oportuno es Samuel ante la eventualidad de que la candidata del acuerdo tripartita no despegue, para un típico úsese en caso de que la hidalguense no se imponga a las estructuras partidistas.
Pero ¿tras quién iría primero Samuel? Tras su excolega senadora, tras la candidata posicionada en segundo lugar. El gobernador con licencia tendría la coartada de que así se hacen las campañas, colándose lo más pronto posible a un puesto competitivo, desbancando a quien está encima de ti.
Se antoja harto difícil que ataque a Claudia Sheinbaum para convertir pronto la contienda en un asunto de tres. No aguantaría ni la mitad de la metralla que ha resistido Gálvez en los últimos meses. Así que mejor avanzar lo más posible cuidando no acabar entre las patas de los caballos de la mañanera.
Es Samuel. Es el candidato ideal para que MC diga que lo intentaron, que sembraron futuro, que no había forma de volver a creer en el PRIAN, que en seis años volveremos, que Jalisco y Nuevo León seguirán como bastión, que crecieron en el Legislativo… ¿pero será verdad?