Primero, porque una elección, por más resuelta que parezca, siempre es una animal azaroso, donde un tropezón, un escándalo, una jugada de último minuto de un retador al que se daba por perdido, puede modificar lo que se creía un acto consumado.
Segundo, porque las encuestas son apenas un indicador, no una condena ni una profecía inexorable. Cierto que las otras dos campañas importantes tardaron en arrancar, pero en esta recta final, José Antonio Meade y Ricardo Anaya han mostrado reflejos y arrojo que en una de esas rinde frutos.
Y el encontronazo que el priista y el panista protagonizan desde la semana pasada –a propósito de la filtración de un video en contra de Anaya- podría redundar en que sólo uno de los dos salga vivo –políticamente- de aquí al día de la elección, lo que haría de ese sobreviviente un candidato ideal del voto antiPeje.
Por ello, el debate de esta noche es clave para las aspiraciones de Meade y de Anaya. No es sólo una ocasión para ver quién se queda con el segundo lugar, es sobre todo porque el impulso que ese súbito posicionamiento daría a la coalición de quien se adueñe de esa estafeta, ese momentum, se podría traducir en mejores números para contiendas locales, en bancadas más abultadas en el Congreso de la Unión, lo que no es poca cosa de cara al futuro.
El meollo del debate no radica en que sea previsible que Anaya y Meade saldrán a destrozarse mutuamente; el punto relevante es qué podrán hacer, más allá de ataques y denuedos que sólo han alimentado la posibilidad de López Obrador, para descarrilar al otro y no morir, pírricamente, en esa victoria.
Es ahora o nunca para estos dos políticos, y lo que está en juego es mucho más que la carrera de ambos. Pero no sólo para ellos. Andrés Manuel López Obrador también tiene esta noche una cita complicada.
Circula un meme de una imagen de una tortilla. La leyenda del mismo reza algo así como “esta tortilla con sal está mejor preparada que López Obrador”. La punzante broma retrata una realidad: al menos por lo que respecta a lo que ha mostrado/dicho en esta campaña, no ha quedado claro que el de Morena cuente con el bagaje mínimo y necesario para desempeñarse en la Presidencia de la República.
Por tanto, el debate también es un importante para el tabasqueño. No basta con que haya interpretado correctamente el hartazgo de la población en temas como corrupción, no es suficiente que haya formulado meridianamente y con disciplina el mensaje de cambio que urge para que la desigualdad sea combatida prioritariamente.
No es tarde para que, desde la comodidad que le otorgan las encuestas, haga un discurso que muestre que es dueño de algo más que un discurso sobre la autoridad moral frente a los otros. Se los debe a sus electores, pero sobre todo a los que no votarán por él.
Finalmente. Este debate estará tan interesante, que habrá espacio hasta para respirar. Cada vez que El Trampas tome la palabra, usted puede ir por más guacamole o por otro vaso de agua de jamaica u otra Colimita.
Use bien su tiempo. El Trampas fue denunciado por el INE por fraudes varios, no se merece que usted haga el más mínimo esfuerzo en escucharle. Esos minutos serán oro puro para que usted se aliste para volver a escuchar a Meade, Anaya y López Obrador.
Como se dice en los toros, que dios reparta la suerte y que haya un buen debate esta noche.