Hay una discusión abierta sobre si Acción Nacional y su líder nacional, Marko Cortés, ganaron o perdieron el domingo. Porque más allá de que aumentarán sus diputados en San Lázaro, la jornada electoral estuvo llena de claroscuros para los panistas.
"Marko la libró, el PAN también la libró, pero apenitas. Para nada nos fue increíble”, comenta un militante. Entre varios panistas consultados hay coincidencia de que los triunfos en Chihuahua y Querétaro son valiosos, pero insisten en que no salvan derrotas dolorosas.
Ésa es la primera paradoja. La sensación de victoria transmitida por la cúpula panista no conforta abajo si se recuerda que ya no tendrán ni Nayarit, ni sobre todo Baja California Sur, que al inicio de la campaña se veía como una entidad lejos de la zona de riesgo de una derrota.
La segunda paradoja: se ganaron posiciones en la CDMX y se recuperó fuerza en el Estado de México tanto para el Congreso local como alcaldías de esa entidad. Pero al mismo tiempo, en otros dos estados donde el PAN solía ser competitivo siguen sin pintar: en Nuevo León el candidato a gobernador fue un impresentable, que para colmo quedó en lejano tercer lugar, y en Jalisco de los blanquiazules ni su sombra queda. Y lo mismo se puede decir de Baja California, donde fueron barridos.
Una tercera paradoja sería la más incómoda: el triunfo que más ha llamado la atención es el de los panistas de Ciudad de México. Pero para nadie es un secreto que el personaje que lidera en la capital a esa organización tiene una reputación, por decir lo menos, cuestionable. O dicho de otra forma, Jorge Romero ha sido ligado a escándalos donde el político que se le iguala es Mauricio Toledo, exdelegado de Coyoacán al que se le investiga formalmente al punto que se ha reportado que podría ser desaforado.
Qué paradójico que el triunfo que la oposición más presume esté fincado en Romero. ¿Es eso algo de lo cual estar orgulloso? ¿O es el talón de Aquiles que será vulnerable frente a un gobierno que quiere presumir una lucha contra la corrupción?
Pero volviendo a Marko Cortés. Donde no hay paradoja es en que este triunfo le significa la posibilidad de reelegirse como líder panista. Pero no sólo porque ganó un par de gubernaturas y porque los diputados pasarán de 78 a alrededor de 114. Sino porque buena parte de las candidaturas plurinominales fueron designadas a los “padroneros”, es decir a aquéllos que controlan a la militancia del PAN que elige al líder. Por eso mismo, ahí sí una paradoja, es que otros cuadros panistas fueron marginados de la posibilidad de llegar a San Lázaro porque se privilegió a aquéllos que “afilian gente”.
Porque el estilo de Marko, en palabras de un militante, fue decirles a los padroneros: “Ustedes decidan, yo no me voy a desgastar, ustedes digan a quién designamos; ni siquiera pusieron a alguien que pudiera representarnos dignamente, como en Nuevo León”.
Una paradoja más: quizá San Luis Potosí pudo haberse ganado para Acción Nacional si el candidato hubiera sido Xavier Nava; y en ese mundo de los hubiera, ¿por qué dejaron ir del PAN a Eliseo Fernández, que bajo la bandera de Movimiento Ciudadano se convirtió en la revelación de la contienda en Campeche así no haya ganado?
Y finalmente: falta ver el futuro de la coalición legislativa del PRIANPRD. Porque si los priistas le hacen el caldo gordo a Morena, el panismo habría ido de la mano con quien en última instancia se entregará al Presidente.