Emilio Lozoya, exdirector de Petróleos Mexicanos, dio la cara a la opinión pública desde la clandestinidad, al responder un cuestionario que le presentaron conjuntamente los diarios Süddeutsche Zeitung, de Münich; Tamedia, de Zúrich, y el portal Quinto Elemento Lab, de la Ciudad de México.
Lozoya dijo que había una persecución política contra él y su familia, calificándolo como un “ataque cobarde y sin fundamentos”. El cuestionario que le presentaron los medios fue devuelto, ya respondido, tres días después de que se detuvieran a su madre en Alemania, por petición de la Fiscalía General de la República.
“En dicha persecución política atacan a mi familia. A mi madre se le acusa que haya recibido dinero de alguna cuenta mía antes de que yo fuera funcionario público”, afirmó Lozoya en su defensa epistolar. “¿Qué clase de delito es ese? Además de los delitos que se nos imputan no ameritan prisión preventiva en México, pero a pesar de eso el gobierno le mintió o se coludió con un juez en México para generar órdenes de aprehensión”.
Las respuestas de Lozoya no se inscriben en las motivaciones que llevaron a la Fiscalía General a solicitar las órdenes de aprehensión.
Según funcionarios federales, las órdenes en las cuales aparece relacionada su madre tienen que ver con el caso Odebrecht, donde varios de sus ejecutivos declararon ante la Fiscalía brasileña, que investiga la corrupción del conglomerado de la construcción, que le entregaron 10 millones y medio de dólares entre 2012 y 2014, presuntamente para la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto, y para obtener contratos durante ese gobierno.
La imputación en México es como autor material de lavado de dinero, que es un delito que no alcanza fianza.
El proceder de Lozoya no sorprende. Las propias autoridades mexicanas están asombradas que el exdirector de Pemex esté más preocupado en él que en su familia, toda vez que sabía de la existencia de un voluminoso expediente que había sobre él. No hay sorpresas en ello.
Lozoya fue a ver al fiscal general Alejandro Gertz Manero antes de que el caso se enredara y saliera la orden de aprehensión en su contra. Gertz Manero le pidió que declarara, pero Lozoya le respondió que él era inocente y, como insiste públicamente, no había cometido ningún acto de corrupción.
El fiscal le insistió, mostrándole el voluminoso expediente, que tenían evidencia que lo inculpaba. Lozoya se mantuvo en su posición.
De acuerdo con los funcionarios federales, ante la decisión de Lozoya de no declarar y de fugarse de la justicia, se siguió con el proceso que terminó con la orden de aprehensión de su madre por el presunto delito de lavado de dinero y asociación delictuosa, y la emisión de una ficha roja de Interpol para ubicación de su esposa, su hermana y una corredora de bienes raíces que participó en operaciones inmobiliarias relacionadas con el caso de la planta de fertilizantes de Agronitrogenados, que adquirió a sobreprecio de Altos Hornos de México, por lo cual también su dueño, Alonso Ancira, está detenido en España acusado de presuntos delitos de corrupción.
Un funcionario federal defendió la captura de la madre de Lozoya. “Su firma aparece por todos lados”, dijo de manera figurativa para subrayar que documentos que sirven de evidencia sobre el caso Odebrecht, fueron firmados por ella.
Lozoya pudo haber declarado cuando se lo pidió Gertz Manero y haber aclarado la participación de su madre y su familia en los presuntos casos de corrupción, lavado de dinero y asociación delictuosa, pero no lo hizo.
Para un funcionario que no está a cargo de la investigación, resulta inverosímil que la madre y la esposa, que pertenece a una de las familias más ricas de Europa, con el control del mercado de jugos y panes de caja, participaran en una operación ilícita. Pero, al mismo tiempo, resulta aún más inverosímil que Lozoya no se hubiera presentado ante la justicia para librarlas de los cargos. “Es un cobarde”, afirmó.
La Fiscalía General está buscando a Lozoya en varias partes del mundo. No se tiene idea de dónde pueda estar. La última vez que se obtuvo una confirmación de su paradero, antes de que se girara la orden de aprehensión, fue en Dallas. Pero de entonces a la fecha, nadie sabe, fuera del círculo más cercano del exdirector de Pemex, dónde se encuentra.
Varias personas que trabajaron estrechamente con él en Pemex tienen propiedades en Texas, y uno de ellos, Froylán Gracía, que sigue vinculado a Lozoya, creen las autoridades que pudiera ser el informante confidencial de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos, donde salta el nombre del expresidente Enrique Peña Nieto.
La defensa de Lozoya es responsabilizar al expresidente y al entonces secretario de Hacienda, Luis Videgaray, por lo que sucedió en Pemex. Ninguno de ellos ha respondido, que es lo que desea la defensa de Lozoya.
Paralelamente existe la investigación sobre los presuntos sobornos de Odebrecht para la campaña presidencial de 2012, cuyo coordinador general era Videgaray, aunque quien se encargaba de las finanzas era Luis Vega, cuyo nombre no ha aparecido en todo el esquema de presunta corrupción relacionado con el exdirector de Pemex.
La Fiscalía de Gertz Manero sigue encontrando información sobre Lozoya, pero no la ha judicializado. Es el momento de las estrategias. Por un lado, apretar a la familia para que se entregue a las autoridades.
Por el otro, forzar a la Fiscalía a cometer errores y que se le caigan los casos. En el gobierno aseguran que eso no sucederá, aunque la probabilidad, con tantos frentes abiertos, es que así sea.
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