Si hay una variable que ha sufrido en los últimos años en México es la inversión pública.
De acuerdo con las cifras del INEGI, en los últimos 20 años, no sólo no creció, sino que la de 2020 fue inferior en 4 por ciento en términos reales a la que se realizó en el año 2000.
Se trató de dos décadas de estancamiento.
Al arrancar la administración de López Obrador, como casi siempre en el primer año de cada sexenio, la inversión pública se vino para abajo y cayó en 11.8 por ciento.
En 2020, ya con los proyectos de infraestructura favoritos del gobierno en marcha, como la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el aeropuerto de Santa Lucía, la inversión creció en 11.9 por ciento, pero todavía resultó 1.3 por ciento inferior a la del último año del sexenio de Peña.
Para este año se estima una nueva caída, que será de 6.1 por ciento en términos reales, con lo cual finalizaremos el 2021 con un nivel 7.3 por ciento por abajo del que se tenía al final del sexenio anterior.
Por lo anterior es que resultó una sorpresa positiva en el Paquete Económico para 2022 que se programe un crecimiento de la inversión pública federal en 17.7 por ciento en términos reales.
Se trata del incremento más importante para la inversión pública desde el 2008, cuando se estableció una política fiscal expansiva para amortiguar el impacto de la crisis financiera mundial en aquel año.
Durante muchos años el gobierno dejó de invertir. Se apostó equivocadamente a que la inversión privada vendría a sustituir a la inversión pública. Esto no sucedió y el resultado fue un deterioro generalizado en la formación de capital productivo en el país.
Se puede cuestionar la pertinencia de algunos de los grandes proyectos de inversión que se han emprendido. Sin embargo, lo que me parece que no es cuestionable es que finalmente el gobierno esté nuevamente reemprendiendo la formación de capital que dejó de realizar durante muchos años.
Ojalá no se trate meramente de un alza de un año que luego sea seguida por nuevas caídas en los próximos, sino que sea un cambio de tendencia en la política pública y que en la segunda parte de esta administración podamos tener un nuevo impulso a la inversión.
Se ha comentado en diversas ocasiones que la formación del secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, lo puede hacer proclive a establecer una política más activa en materia de gasto e inversión por parte del gobierno federal.
Por lo pronto, ya se percibió en el Paquete Económico para el próximo año, en donde vemos en términos generales una tendencia al crecimiento del gasto público sin que se ponga en riesgo la estabilidad de las finanzas públicas.
Todo indica, además, que podríamos estar ante un cambio de actitud en la relación del Ejecutivo con el Congreso.
Aunque Morena tiene los votos suficientes para obtener la aprobación tanto del Presupuesto de Egresos como de la Ley de Ingresos, hay indicios de que podría estar en disposición de negociar con los opositores con objeto de tener un Paquete Económico que pueda ser aprobado prácticamente por unanimidad.
Por lo menos en esta materia, pareciera que la directriz de no cambiarle ni una sola coma, no va a ser la línea adoptada por los legisladores.
Veremos si es así.