Desde que tengo memoria, me dijeron que las personas comunes y corrientes como yo, como tú, como las millones que están allá afuera, no podían ganar en la política.
Me dijeron que uno se debe resignar en estos menesteres. Me dijeron que la derrota era nuestra vocación, que las esperanzas estorbaban y que los de siempre ganaban. Esos mismos, sobre los que Serrat cantaría: “Hombres de paja que usan la colonia y el honor para ocultar oscuras intenciones”.
Me lo dijeron porque me querían, para evitarme la enorme decepción que se habían llevado mis padres, profesoras, mis amigos, las abuelas, todas esas personas que les dijeron que ese sí era el bueno, que ya se venía el cambio, que esta vez sería distinto, que por fin habían sido escuchadas sus peticiones. Y luego, nada. Resignación, desasosiego, regresar a la soledad y el silencio. “Así es esto, así ha sido siempre, vámonos poniendo claros, te toca aceptar que así son las cosas“.
Pero millones no creemos esto. Este país nunca ha mejorado por las derrotas solitarias, sino por la acumulación de sus indignaciones. Este país cambia por sus esperanzas unidas.
#SinVotoNoHayDinero nació precisamente para abrazar esta unidad. La propuesta legislativa surgió para acabar con el monopolio de la tristeza sobre la política. Si bien es cierto que parece solo una iniciativa para reducir el presupuesto a los partidos, la verdad es que siempre se ha tratado de construir un punto de reunión, debate y activismo por todo el país. Se concibió como un primer paso para demostrar que, después de todo, no somos tan distintos.
Se veía imposible, sonaba descabellado, estimaban que sería un descalabro. Nos llamaron, por lo menos, ilusas, locos, inocentones. Por meses, los partidos nos enviaron mensajes a través de anónimos, trascendidos en periódicos nacionales y locales y fuera de los reflectores nos lo decían con descaro: no va a pasar.
Sin embargo, esta propuesta navegó por el Congreso de Jalisco, logró ser enviada a la Cámara de Diputados, turnada a la Comisión de Puntos Constitucionales y, finalmente, ser discutida en dos sesiones públicas (de las reuniones extraoficiales que celebraron algunos de sus miembros luego hablaremos). Y si esta propuesta llegó hasta ahí no fue por la generosidad de la clase política, fue por ti, que hiciste #SinVotoNoHayDinero una iniciativa legislativa reconocida y apropiada por la sociedad.
El viernes pasado, de la manera más incongruente y cobarde, diputadas y diputados del PAN, PRI, Verde y Nueva Alianza faltaron a su trabajo, no fueron a la reunión de comisión, y por ello no pudo votarse nuestra propuesta. Pensaron que nos íbamos a desanimar. No contaban con que tenemos memoria.
Sabemos que este rechazo a la iniciativa va más allá de faltar una sesión, responde a una crisis de representatividad gigantesca. Sabemos que no se trata de 16 diputados sino de una clase política. Sabemos que parece que esto se acabó, pero es todo lo contrario: ya nos dimos cuenta de lo que podemos hacer con nuestras manos, voces y causas juntas. Ya nos conocimos y sabemos que nos duelen las pensiones injustas, la inseguridad, el machismo, la falta de transporte público de calidad, nos duele el empleo precario, el despojo y la falta de energías renovables. Nos duelen tantas cosas, pero ya no las viviremos en silencio.
¿Qué sigue para #SinVotoNoHayDinero? Muy fácil: Unir causas, caminar al lado de otra persona y ahora, más que nunca, no dejar de construir codo con codo. Sigue ganar el futuro.