Tres cuartas partes de la población mexicana padecen de sobrepeso y obesidad. Aunque son muchas las causas de estas condiciones, los estudios han demostrado una fuerte relación con una mala dieta, pobre en nutrientes, y el incremento de consumo de alimentos ultraprocesados.
Para enfrentar esta realidad, en octubre del año pasado, una coalición de organizaciones, con el apoyo de legisladores y la Secretaría de Salud, impulsó un nuevo etiquetado para los alimentos y las bebidas en el país, que nos permitirá saber con mayor claridad si un alimento es un riesgo para nuestra salud. Con toda la información disponible, como consumidores responsables decidiremos comprar o no un producto.
Estas modificaciones legislativas son un paso en la dirección indicada. Representan muchos años de lucha por parte de organizaciones y especialistas en la materia. El nuevo etiquetado vendrá a cambiar gran parte de las concepciones que tenemos sobre nuestra comida. Sin duda es una gran noticia para la salud de nuestro país.
Esta victoria nos da pie para pensar que sí podemos cambiar, para bien, las regulaciones alimentarias en nuestro país. Que se le puede hacer frente a los que no quieren entender que la salud debe anteponerse al beneficio económico de unos cuantos. Este gran paso nos invita a preguntarnos: ¿Qué otros cambios son necesarios en nuestro país hacer para acabar con esta pandemia silenciosa?
Continuar con este ejercicio de nuevas realidades, podría llevarnos a nuestros hábitos, a los problemas que acompañan en el trajín cotidiano.
El ritmo de nuestra vida nos exige, en muchas ocasiones, comer lo primero que se nos cruce en el camino. A todos nos han llegado esos días: con el poco tiempo que tenemos libre, pasamos a una tiendita o supermercado para llenar el hueco en la barriga; lo más posible es que terminemos con un refresquito, una torta, tacos si se tiene suerte, una botana, “algo que cumpla”. Y seguimos con el resto del día.
Para muchas personas, es una rutina. La falta de tiempo para alimentarnos es una de las tristes constantes de nuestra época. Sin embargo, a esta condición se le agrega otra complejidad: la oferta de alimentos saludables en las tiendas de conveniencia es limitada, y casi inexistente. Imaginemos por un momento un día decidimos no comer cosas endulzadas o fritas, ¿Qué podríamos comprar de estos locales? Quizá una decena de productos.
Este fenómeno tiene un nombre: “desiertos de comida”. Se refiere a las enormes extensiones de la ciudad en las que es imposible encontrar oferta de alimentos saludables a precios accesibles. Dicho de otra manera: ¿Cuánto tiempo tendrías que caminar desde tu lugar de trabajo si quisieras comer una ensalada de atún, unos nopales acompañados de arroz y frijoles o un plato de frutas?
Nuestra cotidianidad se ha llenado de alimentos poco saludables, con un alto contenido de sales y azúcares. Este tipo de entornos, carentes de una oferta nutritiva, han tenido consecuencias en la vida de millones de personas. La Encuesta Nacional de Salud y Nutricio?n del 2018, registró que ell 34% de la población en México come alimentos procesados o chatarra debido a que no poseen los ingredientes o el tiempo para poder cocinar una opción distinta.
Frente a esta falta de acceso a fuentes saludables de alimento, se podría impulsar una Norma Oficial Mexicana que regule la cantidad mínima de frutas y verduras disponibles en las tiendas de conveniencia. También, se podría invitar a que fondas y restaurantes se sumen a una iniciativa para generar platillos bajos en grasas, sales o azúcares. Finalmente, sería muy importante que los gobiernos municipales refuercen esta estrategia de acceso a alimentos saludables instalando bebederos en espacios públicos y oficinas de gobierno.
Estas son tan solo algunas ideas que podrían sumarse a nuevas acciones para construir una respuesta integral a este grave problema de salud pública.
La victoria del nuevo etiquetado de alimentos y bebidas en México permite soñar con un país más sano y que ponga al centro a la salud de su población. Frente a los males que han permanecido arraigados en nuestro país, es vital que la sociedad y los gobiernos asumamos una actitud más decidida, holística y creativa.