Opinión

Luis Carlos Ugalde: AMLO 2021

Morenista. | Andrés Manuel podría pasar de 'populista' a popular y lograr mayoría en el Congreso en 2021, escribe Ugalde | Fuente: Cuartoscuro

2021 sería el verdadero arranque de una presidencia de López Obrador. Si gana este 1 de julio su triunfo se acompañará de una nutrida presencia de Morena en el Congreso federal y en muchos congresos locales, pero difícilmente contará con una mayoría para lograr reformas constitucionales, las que verdaderamente son relevantes para cambiar el status quo y echar abajo las reformas energética y educativa que tanto cuestiona.

En cambio, eso podría cambiar a partir de 2021. Como cualquier presidente de corte populista que arriba al poder después de procesos de descomposición social y de ira por la desigualdad, el abuso del poder y la corrupción, López Obrador se convertiría muy rápidamente en un presidente muy popular (asumiendo que la economía se mantiene estable y en crecimiento aunque sea muy modesto como actualmente).

En su primer día de gobierno anunciaría la reducción del sueldo del presidente y de su gabinete, pondría a la venta el avión presidencial y cancelaría (aunque fuera temporalmente) la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM). También elevaría los montos de varios programas sociales (por ejemplo, 70 y más) y crearía otros (por ejemplo el de los llamados Ninis, a quienes daría tres mil 600 pesos mensuales). Si eso se combina con el encarcelamiento de algunos políticos del antiguo régimen, incluido el intento real o fingido de hacerlo con el expresidente Peña Nieto, el AMLO populista sería también el AMLO enormemente popular.

Con ese panorama, Morena podría ganar la elección intermedia de 2021 para renovar la Cámara de Diputados (y con alianzas tácticas podría construir mayorías calificadas tema por tema). Aunque en el Senado no hay renovación de mitad de sexenio, la coalición de AMLO podría ampliarse a lo largo de los primeros años de gobierno (atraer votos de senadores del PRD y de priistas de izquierda o simplemente ambiciosos que desean reconstruir sus carreras políticas) y lograr así los votos para hacer enmiendas a la Carta Magna.

Respecto a las legislaturas estatales –se requieren 17 de ellas para reformar la Constitución– el tramo puede ser más lento, pero no por ello imposible de alcanzar. Según estimaciones de Integralia Consultores, Morena podría obtener mayoría en once de las 27 que se renuevan este año; para 2021 se renovarán otras cinco, por lo que hacía la segunda mitad del sexenio la coalición de AMLO podría contar con mayorías en una docena o más de las legislaturas estatales y así colocarse como una fuerza motriz capaz de detonar enmiendas a la Constitución.

No se requiere reformar la Constitución para detener –en los hechos– las reformas “estructurales”. Basta con algunas medidas administrativas del gobierno federal para ponerlas en pausa (por ejemplo, suspender las licitaciones de nuevos bloques de hidrocarburos para reforma energética o eliminar las evaluaciones docentes para reforma educativa). Sin embargo, si se quiere dejar un sello “histórico” y hacer una denuncia política del modelo “neoliberal” que –en voz de AMLO– ha empobrecido al pueblo, la reversa constitucional sería una manera de reclamar un lugar en la historia.

En la convención bancaria en Acapulco, AMLO dijo que “si acaso a mediados del sexenio” iniciarán los “cambios de fondo”. En una entrevista en Milenio TV mantuvo la postura de que los cambios legales llegarán después de 2021, a la par de la próxima elección federal, cuando la legislación permite plantear una consulta popular. Incluso, AMLO podría promover una enmienda constitucional para que las reformas constitucionales sean materia de consulta popular –hoy sólo son vinculantes para reformas legales en ciertas materias.

Si AMLO se convierte en un presidente muy popular y con la fuerza legislativa para enmendar la Constitución, la tentación de revertir las reformas energética y educativa será mayor que ahora, a pesar del temor que podría detonar en los mercados globales. Asimismo, estaría presente la tentación de la reelección, sobre todo a partir de 2022. Se trata de una secuencia lógica de alguien que cree firmemente en la democracia plebiscitaria. Ha dicho en múltiples ocasiones que se someterá a la voluntad del pueblo cada dos años para saber si la gente quiere que siga en el cargo. La primera consulta sería simbólica porque la figura no existe en la legislación mexicana y ocurriría en 2020: la respuesta sería casi seguramente un apabullante apoyo para que se mantenga en el cargo. Un año después Morena podría ganar amplia mayoría legislativa en la Cámara baja y, en 2022, bajo esa ruta de popularidad, lo más lógico sería no sólo preguntar si la gente quiere que AMLO concluya su periodo, sino además si quieren que se quede más allá de 2024.

La consulta revocatoria es el antecedente lógico (y para muchos democrático) de una consulta para preguntar al pueblo si quieren seis años más.

Luis Carlos Ugalde 03.38.2018 Última actualización 03 abril 2018 9:38

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