¿Por qué un presidente la emprende contra sus gobernados? ¿Por qué alguien que fue elegido para gobernar a todos decide hacerlo únicamente para unos cuantos? ¿Por qué halaga a unos y golpea a otros? Hay quien dice que ésta es la estrategia del populismo en cualquier país en que esté un líder de ese corte; hay quien ve en eso un claro sesgo del autoritario, un dictador en potencia, y también hay quien ve en esto los arranques y delirios de un narciso desequilibrado enfermo de poder. En cualquiera de esos casos encaja a la perfección nuestro presidente López Obrador. O quizás es una peligrosa mezcla de los tres.
Comento lo anterior por la agresión pública que el Presidente de la República ha lanzado ahora en contra de los médicos mexicanos. ¿Qué le han hecho los doctores mexicanos al Presidente? De lo poco que sabemos, de lo que es público, simple y sencillamente que lo han curado de los malestares y padecimientos que ha presentado. Al Presidente le parece que el gremio de los galenos está muy por detrás de lo que él necesita: la dedicación, el apoyo y la entrega sin resistencias a su proyecto de poder. Por tal razón, parece decir el Presidente, fue a contratar médicos cubanos, porque aquí, los mexicanos, no quieren curar a los enfermos nacionales en las zonas pobres. Así que llegarán de Cuba hasta las zonas más inhóspitas de este territorio para llevar la salud a quien más lo necesita. Nada detiene la voluntad de ese hombre santo que es el Presidente.
Por supuesto que los insultos –no son otra cosa– presidenciales fueron secundados por sus secuaces más rastreros: Jorge Alcocer y López-Gatell. Este par de matasanos también ha satanizado al gremio al que supuestamente pertenecen (digo supuestamente porque me parece que realmente pertenecen al gremio criminal, por su manejo de la pandemia), echándoles en cara poca o nula conciencia social, que se niegan a ir a zonas apartadas y que no quieren atender a quienes tienen derecho a la salud. Es lo que dijo ese par de cínicos.
El insulto a los médicos mexicanos va acompañado también de una andanada contra la UNAM, a la que reclamó que, en lugar de invitar a los estudiantes de medicina a participar en el combate a la pandemia, los mandó a sus casas. López Obrador, que se tardó ¡14 años! en acabar una carrera de manera más que mediocre, les reclama trabajo a los estudiantes. Lo que hay que ver.
Volvemos a las preguntas que dan inicio a este texto, ¿por qué hace eso el Presidente? Pues sí, para dividir, para ir formando bandos, para que se hable de él, para que le funcione su estrategia distractora, para hablar de sus dichos y no de sus escasos hechos. Sí, pero también porque la personalidad del Presidente, como la de cada quien, tiene sus peculiaridades. En su libro Los narcisos (Ed. Paidós), Marie France Hirigoyen, reconocida psiquiatra francesa, dice que, según el DSM-5 –Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales–, "el trastorno antisocial de la personalidad se define por tres de las siete manifestaciones siguientes:
1) incapacidad para adoptar las normas sociales que determinan los comportamientos legales, como indica la repetición de conductas que pueden comportar arresto;
2) tendencia a engañar por beneficiarse o por placer, expresada en mentiras repetidas, el empleo de seudónimos o timos;
3) impulsividad o incapacidad para planificar con antelación;
4) irritabilidad o agresividad, expresada en la repetición de peleas o agresiones;
5) desprecio y desconsideración por su propia seguridad y la ajena;
6) irresponsabilidad persistente, revelada por la incapacidad consistente de asumir un empleo estable o de cumplir con obligaciones financieras;
7) ausencia de remordimientos, mostrada en el hecho de ser indiferente o de justificarse por haber herido, maltratado o robado al prójimo”.
¿Casualidad? No lo creo. Escoja usted tres o más que se asocien al Presidente para ir entendiendo algo más que la popularidad del hombre que habita en Palacio Nacional.