En unos cuantos días sucedió que la Casa Madero, empresa nacional líder en vinos, ha decidido cerrar porque han invadido sus predios, derivado de una problemática con el agua; otros viñedos en Guanajuato fueron incendiados por el crimen organizado; el equipo de futbol Toluca anunció que no puede surtir las prendas deportivas de uniformes porque el contenedor que los transportaba fue robado; un convoy de periodistas que cubrían la gira presidencial en Sinaloa fue detenido por un retén de miembros de la delincuencia organizada. El Presidente responde que “no pasa nada”.
La indolencia presidencial no deja de sorprender. No hay dolor de otros que le genere empatía, no hay circunstancia que le parezca grave si no es por la que está atravesando él, no hay palabra más cierta que la suya. Por eso desprecia lo que le sucede a los demás: desde un robo hasta un feminicidio.
Así, mientras arden los viñedos, se cancelan empleos, se roban contenedores y el crimen domina territorios, el Presidente hace en sus mañaneras un gigantesco bien a la nación: decide prohibir los vapeadores y que la gente fume en las playas y en los parques. Paso histórico, sin duda (eso dijo el cretino profesional de López-Gatell). Casi nadie recuerda que en su campaña hubiera hablado algo en contra de los cigarros. Pero ahí está la acción histórica. Quizás en el debate dijo Ricky Rickin Cigarrín o algo así y nadie se dio cuenta. Pero con gran bombo y platillo hubo un evento y al Presidente le dieron un diploma pitero que seguramente le enorgullece para contrarrestar a los malquerientes que pregonan que se tardó 14 años en acabar la universidad.
Resulta un poco extraño esta campaña contra el vapeo por parte de la máxima autoridad del país. Hace unas semanas decía que había un mercado clandestino, sin darse cuenta de que el clandestinaje lo genera la falta de regulación. También es claro que México se queda atrás, como en muchas cosas, al decidir esa prohibición respecto a otros países. Además, es contraproducente, pues obligan a los fumadores a consumir cigarros (todo esto lo comento porque soy usuario de calentador de tabaco y sé que ayuda enormemente a dejar el cigarro).
Comentaba en este espacio hace unos días que vienen días difíciles. Ante las dificultades que presenta la realidad, el Presidente está dando bandazos y no le importa el costo de hacerlos. Ha dejado la generalización para ir particularizando sus odios y sus fobias. Si antes eran los conservadores, ya está en las profesiones y en los hábitos de la gente. No pensemos que no va a suceder.
Nuestro Presidente es un moralino, un hombre con inclinaciones de fanático religioso, por eso quiere normar la vida de los demás: decir qué comer, en dónde, qué leer, qué deporte practicar y cuánta ropa tener. No en balde en Morena hay en su estructura un despacho con el siguiente nombre: Secretaría para el Fortalecimiento de Ideales y Valores Morales, Espirituales y Cívicos de Morena. Por si tenían dudas del propósito gubernamental de usar su catecismo para la población. Por lo pronto, prohibido vapear; pónganse a fumar.