Desde que Andrés Manuel López Obrador ganó la presidencia hasta la fecha, el dólar ya cayó casi un peso en su valor, 80 centavos menos en su tipo de cambio frente a la moneda nacional. Parece que un aire de confianza internacional le empuja. Parece.
De ahí que el banco más grande de los Estados Unidos se valió de una pregunta para titular así un análisis del viernes: ¿Se volverán optimistas los negocios con AMLO?
El texto de JP Morgan es una fotografía del más serio problema económico que enfrenta el país: los mexicanos están invirtiendo muy poco dinero en su nación.
Hay dos fuertes inversionistas en México: Los empresarios y el gobierno. Ambos parecen pasmados. Las razones planteadas lucen precisas.
“Habiendo promediado unas décimas abajo del 4 por ciento de crecimiento (anual hasta 2015), la inversión fija bruta disminuyó y luego se contrajo en los dos años más recientes, en parte porque la inversión pública cayó en respuesta a los esfuerzos del gobierno de consolidar las cuentas fiscales y ajustarlas a los menores precios del petróleo.
“Pero más recientemente, la baja del gasto público se combinó con la baja de velocidad en la inversión privada —aproximadamente 85 por ciento del total— que básicamente se estancó durante los dos años pasados luego de crecer cerca del 6.5 por ciento anualmente en la primera mitad de la década hasta 2015”.
Carlos Slim Helú lo advirtió en una rueda de prensa el 1 de diciembre de 2016:
“Atender la economía interna es una de las prioridades ahora. Hay que enfocarnos a la inversión nacional”, expresó en público.
Lo interesante es que hayan parado las inversiones aún y cuando la economía siguió creciendo. ¿Cuál es la razón?
Hay datos que ofrecen una clara imagen de ésta, advierte JP Morgan en su reporte:
“La confianza de los negocios inició una baja sostenida en el tercer trimestre de 2014 debido a varios “shocks” que aumentaron la incertidumbre.
“El primero fue la aprobación de la reforma fiscal de 2014, que pese a fortalecer exitosamente las finanzas públicas fue mal recibida por el sector empresarial”, destaca el banco.
Recuerdo en esos días haber conversado durante una cena con el propietario de una de las principales cadenas de tiendas departamentales para gente de bajos ingresos. Advirtió desde ese momento que él mismo y sus homólogos detendrían inversiones ante la imposibilidad de deducirlas. A unos metros de distancia, el entonces secretario de Hacienda, Luis Videgaray, no podía escucharlo.
“Luego siguió el resultado de la elección presidencial que desplomó la confianza de los empresarios ante la preocupación acerca de un posible rompimiento de la relación de México con Estados Unidos y en particular, del TLCAN”, advierte JP Morgan.
Finalmente, apunta el banco estadounidense, vino el desenlace de la elección del 1 de julio, cuando AMLO, percibido como un izquierdista radical, explica el mismo reporte, ganó ampliamente la contienda.
Pero el próximo Presidente de México ha mandado señales positivas recientemente, apuntan los analistas de esa institución financiera: se reunió rápidamente con empresarios que le prometieron colaborar, por ejemplo, con becas o empleo para 2.6 millones de jóvenes. AMLO prometió respetar instituciones como el Banco de México y facilitar la inversión privada durante su administración. JP Morgan apunta que esta semana el Inegi comenzará a entregar datos que pueden dar luz sobre la percepción de los empresarios después de las elecciones.
Habrá que ver si nombramientos como el de Manuel Bartlett como director de la CFE y Octavio Romero Oropeza, de Pemex, abonan a la ola de optimismo que hasta ahora ha acopiado el próximo Mandatario.