La inflación subirá más porque las presiones sobre los precios al consumidor no han cesado y no hay indicios de que lo hagan en el corto plazo.
Ayer, el INEGI dio a conocer que los precios al consumidor aumentaron en 7.99 por ciento en los últimos doce meses.
El incremento del mes de junio fue de 0.84 por ciento. Recordaba Jonathan Heath en su cuenta de Twitter que se trata de un alza que es 4.5 veces superior al promedio de los meses de junio entre 2003 y 2021. De esa magnitud es.
Y lo peor es que, ese resultado se presentó a pesar de que los costosos subsidios a las gasolinas han frenado un poco su incremento.
Por ejemplo, la gasolina de bajo octanaje subió 7.29 por ciento, cifra por debajo de la inflación promedio.
En contraste, los precios de los alimentos subieron en promedio 13.4 por ciento.
En específico, los de los productos agropecuarios se incrementaron en 15 por ciento.
Es decir, la contención de los precios de las gasolinas, así como otras medidas, como la reducción de aranceles, no han sido suficientes para frenar la dinámica inflacionaria.
Hay otro elemento que no nos permite ser optimistas respecto a la trayectoria de la inflación en el corto plazo: el comportamiento de los precios al productor.
El índice de los bienes intermedios que utilizan los productores se incrementó en 13.6 por ciento, es decir, más de 5 puntos por arriba del incremento de los precios al consumidor.
Aunque los incrementos en los costos no siempre se pueden repercutir ni de manera inmediata ni en su totalidad a los precios finales, si son sistemáticos y tan elevados como los que tenemos ahora, lo más probable es que sí presionen a los índices.
El Banco de México así lo asumió en su más reciente decisión de política monetaria y por eso consideró que el pico de este ciclo inflacionario probablemente se presente en el tercer trimestre del año, es decir, todavía en las semanas por venir.
La más reciente encuesta de expectativas entre expertos publicada por Citibanamex señala que la media del incremento para este año está en 7.6 por ciento, lo que implica que habrá solo una muy leve caída en el ritmo de crecimiento de los precios hacia el final del año.
En los mercados internacionales han empezado, sin embargo, a surgir algunas señales esperanzadoras.
Por ejemplo, el índice de commodities de Bloomberg ya bajó en 15.7 por ciento desde su máximo alcanzado el pasado 9 de junio.
En algunos casos, las caídas han sido aún más drásticas. Por ejemplo, el precio del crudo WTI ha descendido en casi 17 por ciento desde su máximo alcanzado en marzo o en el caso del maíz, hay una caída en su cotización internacional de 26.7 por ciento desde su máximo alcanzado a finales de abril.
Aún no hay certeza de que esta tendencia pueda ser sostenible en el tiempo, pero sí hay elementos que nos permiten considerar que sí podría tender a la baja por el simple hecho de que hay una menor expectativa de crecimiento de la economía a nivel global y ello conlleva una reducción de la demanda de materias primas.
Algunos piensan, sin embargo, que el movimiento a la baja que observamos en las últimas semanas, deriva de movimientos financieros más que de tendencias sólidas.
Aun si eso ocurre, lo más probable es que la baja de la inflación se dé claramente hasta la última parte de este año.
Así que aún restan meses complicados. Tome sus previsiones.