El resultado de las elecciones de Francia el domingo pasado ha puesto de nuevo sobre la mesa el tema de la segunda vuelta en la elección presidencial.
Sin embargo, en México, esta propuesta no ha prosperado.
Manlio Fabio Beltrones, desde su tiempo como presidente del PRI y luego, cuando dejó el puesto, impulsó este esquema como opción de gobernabilidad, pero no logró que su visión fuera aceptada.
Personajes como Jorge Castañeda, Diego Fernández de Cevallos o Cuauhtémoc Cárdenas, entre otros, también la empujaron.
Hubo, fundamentalmente, rechazo del PRI y de Morena.
De las tres principales fuerzas políticas de México hoy, dos estuvieron en contra. ¿Por qué?
El 25 de octubre del año pasado, a pregunta expresa de El Financiero, el presidente Peña refirió que la segunda vuelta, en un sistema electoral como el de México, construiría mayorías ficticias, y se expresó en contra.
El rechazo de López Obrador a esa propuesta se ha dado en varias ocasiones. La más reciente fue el pasado 9 de abril, en donde expresó que la segunda vuelta electoral es la forma en que el PRI y el PAN quieren ganar en la elección del 2018.
El tema volvió a adquirir relevancia tras el triunfo de Emmanuel Macron, que ganó la presidencia en Francia con un 66% en la segunda vuelta, pese a que sólo había obtenido el 23.7% en la primera vuelta, lo que da a Francia muchas más posibilidades de gobernabilidad.
El presidente y el PRI se han manifestado en contra de la segunda vuelta por la creencia de que es posible que, en el esquema electoral actual, el PRI resulte ganador y que tenga la capacidad para establecer las alianzas que le permitan la gobernabilidad.
Otra razón es la percepción de que si el candidato del PRI llegara a la segunda vuelta habría una votación contraria, independientemente de que el contendiente fuera de Morena, PAN o PRD.
Tanto la posición del PRI como de Morena tienen bases.
Por ejemplo, de acuerdo a la más reciente encuesta nacional de Consulta Mitofsky, el PRI alcanza el porcentaje más alto de rechazo entre todas las fuerzas políticas, con un 51.5%, lo que da sustento a la creencia de que en una opción en la que estuviera un candidato de ese partido y cualquiera de un partido opositor, los votos se irían a la oposición.
La misma creencia es la que tiene AMLO, cuyas preferencias electorales fluctúan desde un 32 hasta un 39%, según la casa encuestadora, pero siempre están lejos de una mayoría absoluta.
Y AMLO tiene el mismo temor que el PRI. Supone que, en una segunda vuelta, todos los demás se aliarían en contra de él.
Si bien la posición de AMLO parece inamovible, la del PRI podría cambiar en función de los resultados de la elección en el Estado de México.
Si llegara a ganar la candidata de Morena, creo que habría un terremoto en esa formación política que los haría reconsiderar incluso la segunda vuelta.
Si ganara el PRI, entonces me parece que habría la confianza para seguir con la misma lógica y apostarle a que cualquiera que fuera el candidato, podría ganar en 2018.
Es un hecho que el mundo político se va a redefinir en las siguientes semanas.
Del resultado de la elección en el Estado de México dependerá buena parte de la dinámica política de los siguientes meses, con todas sus posibilidades, incluso las que hoy parecen lejanas.