La Junta de Gobierno del Banco de México dará a conocer el día de hoy que decidió mantener sin cambio su tasa objetivo y dejarla en 11 por ciento.
Sería una verdadera sorpresa que la bajara en un cuarto de punto.
Las razones por las que anunciará esta decisión tienen que ver con dos órdenes de factores.
El primero es el comportamiento de la inflación. La de la primera quincena de junio fue superior a la del mes de mayo.
Pero quizás lo más importante es que la inflación subyacente, que se había mantenido consistentemente a la baja, tuvo una leve alza y se ubica en 4.17 por ciento a tasa anual.
No hay evidencia suficiente aún de que pudiera cambiar de tendencia este indicador, pero el hecho de que al menos se haya pausado su tendencia a la baja, seguramente va a ser un factor que impida el ajuste a la baja el día de hoy.
El segundo es la situación general que existe en los mercados financieros. Desde la más reciente decisión de política monetaria que fue anunciada el 9 de mayo, se han presentado cambios en las condiciones de los mercados financieros que han estado asociadas a la percepción de que en Estados Unidos probablemente no bajarán las tasas tan pronto como se pensaba y en el caso de México, se ha presentado un incremento de la percepción de riesgo tras los resultados de las elecciones del 2 de junio.
Ello se ha reflejado en presiones sobre el tipo de cambio. El precio del dólar ha pasado de 16.78 pesos el 9 de mayo a 18.36 pesos al cierre de ayer, lo que implica un alza de 9.4 por ciento.
En ese contexto, también se percibe complicado que se vaya a realizar un ajuste.
De hecho, la Encuesta de Citibanamex refleja en su más reciente entrega que el consenso del mercado ha cambiado y que ahora se ve como el escenario más probable que venga un ajuste de un cuarto de punto en la reunión del 8 de agosto, aunque hay 12 instituciones que consideran que ese recorte vendrá hasta el 26 de septiembre.
Tales previsiones son realizadas sobre la base de la información que tenemos disponible en este momento, pero si factores del orden político como la aversión al riesgo creciera aún más, tal vez habría que esperar otros meses para ver una baja en las tasas.
Cualquiera de las fechas en las que ocurra, el hecho es que las condiciones han modificado la trayectoria prevista para las tasas de interés y ahora es más factible que se mantengan relativamente más elevadas por un periodo más prolongado.
Por ejemplo, considerando la tasa de Cetes a 28 días, que es de 10.88 por ciento, frente a la inflación más reciente, de 4.78 por ciento, tenemos una tasa real de 5.8 por ciento.
En contraste, las tasas activas, es decir, las que se cobran a los usuarios del crédito se mantienen muy elevadas.
Una pyme con historial crediticio razonable puede estar pagando tasa de TIIE más 6 puntos por un crédito de corto plazo, lo que hoy resulta en 17.24 por ciento.
La prolongación del periodo de crédito caro puede tener un efecto de freno a la actividad económica, lo que poco a poco se refleja en la revisión a la baja de las estimaciones de alza del PIB tanto para este año como para el próximo.
Pero también implica algo que se ha analizado poco, una profunda redistribución de los ingresos de las empresas y personas que son ahorradores netos, que tienen liquidez invertida en activos financieros, en contra de quienes son deudores netos con el sistema financiero.