El tema de la consulta sobre la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México se ha convertido en todo un galimatías... aparentemente.
Estamos en la fase de la discusión pública respecto a los pros y contras de seguir con el proyecto en Texcoco o de diseñar un proyecto nuevo en Santa Lucía.
Y luego, el 28 de octubre, a través de una encuesta nacional (o varias) se decidirá qué opción elegir.
La realidad es que todo este enredo ha derivado de la necesidad, por parte de AMLO, de optar por la sede de Texcoco –con todos los ajustes que se quieran hacerle– en lugar de respaldar su propuesta de campaña, que fue Santa Lucía.
Y, la consulta es deliberadamente un galimatías porque el propio equipo de AMLO no tiene la certeza de que sea compatible la operación comercial del actual aeropuerto junto con el de Santa Lucía.
Si no hay esa certeza de compatibilidad, ¿cómo puede ser puesta a consulta una opción que no se sabe si será viable?
La única razón por la que se seguiría adelante con la consulta es porque habría la certeza de que va a ganar la opinión de seguir con Texcoco.
Pero, AMLO y su equipo no pueden desarrollar una estrategia que sea militante a favor de Texcoco.
En las mesas en las que han estado, han adoptado una posición formalmente imparcial, pero claramente, en sus argumentos han apoyado a Santa Lucía.
No soy de los que creen que la ubicación de Texcoco esté escrita en piedra y haya que aceptarla como un acto de fe. He visto argumentos sensatos que la han puesto en duda.
Pero, lo que no puede sostenerse es que se le pretenda sustituir por un esquema operativo que no tiene respaldo de quienes les dicen a las aerolíneas que están en condiciones de operar.
El galimatías que referimos al principio tiene que ver con la necesidad de AMLO de ‘salvar cara’ frente a quienes lo respaldaron sin caminar a un callejón sin salida.
El peor de los escenarios sería optar por Santa Lucía para darse cuenta en el futuro de que es inoperable.
El equipo cercano a Javier Jiménez Espriú y a José María Riobóo ha señalado que “hay diferencia de opiniones” entre expertos respecto a la operabilidad simultánea del aeropuerto actual y Santa Lucía.
Y con esa afirmación, creo que quieren tomarle el pelo a López Obrador.
Si la discusión es entre una autoridad internacional y un par de pilotos chilenos que tienen otra impresión, entonces no es una diferencia de opiniones. El abogar por Santa Lucía es un intento de sabotear un proyecto o el de hacer un negocio.
Lo ilógico de hacer una consulta con una opción que eventualmente no podría operar, adquiere lógica sólo si se le ve desde la perspectiva política.
Sé que hay un riesgo en que AMLO use las consultas populares o encuestas como vehículo para justificar ciertas decisiones. Pero en este caso, me parece afortunado que haya encontrado la fórmula para zafarse del proyecto de Santa Lucía.
“Perdimos pollo”, fue la frase del astuto Adolfo Ruiz Cortines, cuando tuvo que justificar su inclinación a favor de López Mateos con Gilberto Flores Muñoz, quien era el favorito.
Ahora AMLO podría decir lo mismo con el equipo que respalda Santa Lucía.
Ni modo, el negocio será para otro proyecto.