El presidente López Obrador parece estar frustrado por el bajo crecimiento en el número de pasajeros y operaciones en el Aeropuerto Felipe Ángeles (AIFA) y está tomando acciones para hacerle frente a este hecho.
En el mes de diciembre se movilizaron alrededor de 212 mil pasajeros, lo que implica un promedio diario de 6 mil 830.
Considerando que la mayor parte de los vuelos se concentre en un horario que va de las 6 de la mañana a las 10 de la noche, se trata de una afluencia de 426 personas por hora, que no es precisamente una multitud.
Obviamente, las cifras no son satisfactorias para quien promovió este aeropuerto como una opción a la megaobra que iba a ser el aeropuerto de Texcoco.
En las últimas semanas se han tomado diversas decisiones que apuntan a buscar que, de un modo u otro, más personas y más aviones acudan a la nueva terminal.
¿Qué se ha hecho?
1-La inversión de capital político para asegurarse que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, aterrizara en el AIFA.
La llegada de la que quizás sea la aeronave más célebre del planeta, el Air Force One, al nuevo aeropuerto, buscó ser un aval a la funcionalidad de la terminal. Veremos si tiene algún impacto que vaya más allá de la anécdota.
2-La compra de los activos en manos de los trabajadores de Mexicana.
La inversión de 816 millones de pesos anunciada el pasado 6 de enero para adquirir estos activos, entre ellos la marca de “Mexicana de Aviación”, que estaba en manos de los trabajadores, parece dar fuerza a la decisión gubernamental de arrancar al final de este año una nueva línea aérea comercial. Estaría operada por el Ejército Mexicano y quizás usaría la marca de “Mexicana”. Seguramente tendría su base de operaciones en el AIFA. Con los vuelos correspondientes a la nueva aerolínea se pretendería dar un piso a las operaciones en el nuevo aeropuerto. El proyecto de reformas de ley para permitir que un operador aeroportuario pueda ser también concesionario de una aerolínea apunta en el mismo sentido.
3-La reducción del número de operaciones máximas por hora en el AICM.
A partir de noviembre pasado el número máximo de operaciones que se pueden realizar en el AICM pasó de 61 a 52 por hora, lo que implica una baja de 15 por ciento. La lógica gubernamental dice que si se pone techo a los vuelos que se pueden hacer en el antiguo aeropuerto, a las aerolíneas no les quedará otra que mover operaciones al AIFA.
4-El proyecto para permitir cabotaje internacional en nuestro país.
La propuesta de reforma para que las aerolíneas internacionales hagan cabotaje en México presume que se daría un mayor número de operaciones en el AIFA. La lógica es que, si las aerolíneas mexicanas no quieren hacer más operaciones en el Felipe Ángeles, pues entonces los harán las extranjeras.
5-El proyecto para sacar las operaciones de carga del AICM.
Esta misma semana nos enteramos de que hay un anteproyecto en proceso de consultas para prohibir las operaciones de carga en el AICM. Los vuelos que sean exclusivos de carga no podrán aterrizar o despegar desde el aeropuerto Benito Juárez 90 días hábiles después de que sea publicado el decreto. Se pretende forzar a las aerolíneas cargueras y a empresas de logística a realizar inversiones en el AIFA y aumentar sus operaciones en esa terminal.
Cuando se ve este conjunto de medidas en conjunto se aprecia con claridad que el propósito es darle vida al AIFA, porque si se deja que sea el mercado el que decida la suerte de esta terminal tal vez nunca despegue. No importa si se generan ineficiencias o mayores costos.
Quizás no sea sorpresa que el número de pasajeros totales por un mes completo en el Felipe Ángeles sea equivalente al que moviliza el AICM en un día y medio. Pero que su volumen total sea inferior al que opera, por ejemplo, el aeropuerto de Culiacán, no es para presumir.
El AIFA quizás sea la única de las megaobras que vaya a operar realmente en este sexenio, y por eso el presidente López Obrador ha movido literalmente cielo y tierra, para que tenga mejores resultados.