El viernes pasado, a las 7 horas con 47 minutos de la mañana, tiempo de Washington, el presidente Donald Trump lanzó un tuit en el que afirmaba lo siguiente: “He autorizado duplicar las tarifas sobre acero y aluminio para Turquía, en tanto su moneda, la lira turca, se desliza rápidamente frente a nuestro ¡muy fuerte Dólar! Aluminio será de 20% y acero de 50%. Nuestras relaciones con Turquía no son buenas en este momento”.
La moneda turca cerró operaciones el miércoles en 5.28 por dólar y el viernes se cotizaba en 6.42. En un par de días se depreció en 21.6 por ciento y afectó a todas las monedas de los mercados emergentes, incluyendo el peso.
El presidente Erdogan señaló que se lanzó una ‘guerra económica’ contra Turquía para presionar la liberación del pastor estadounidense Andrew Burson, quien fue detenido con acusaciones de espionaje y terrorismo.
La realidad, es que Erdogan perdió credibilidad en los mercados a lo que se sumó el golpe de Trump.
La sacudida le pegó duro a las bolsas europeas, pues diversos bancos del viejo continente tienen recursos comprometidos en Turquía.
En este complejo entorno han continuado las conversaciones sobre el TLCAN, entre México y Estados Unidos, y se espera que hoy se sume Canadá a la mesa.
Entre los expertos hay dos posiciones respecto a lo que puede pasar con estas negociaciones.
La primera señala que es del interés de Donald Trump que se firme pronto el TLCAN con objeto de llegar a las elecciones de noviembre con un Tratado renegociado (aunque falte ratificarlo).
La aprobación al trabajo de Trump no mejora. El dato más reciente calculado por realclearpolitcs.com indica que está en 43.3 por ciento.
Esto impide que la intención de voto por los republicanos al Congreso suba. La más reciente encuesta de YouGov y The Economist, marca 44 por ciento de intención de voto para demócratas y 41 por ciento para republicanos.
Aunque la diferencia se ha cerrado, todavía el escenario más probable es que los republicanos pierdan mayoría en la Cámara.
Un acuerdo que pudiera ser ‘vendido’ a los electores en términos de un triunfo para EU, podría cambiar estos resultados.
La segunda posición señala que no debemos creer en las palabras bonitas de Trump, quien, pese a cortejar a AMLO, podría instruir a sus negociadores a no ceder en la cláusula Sunset e impedir con ello el acuerdo.
Esto obligaría a llevar la negociación hasta 2019 y resurgiría la amenaza de un retiro de EU en el plazo de seis meses, con objeto de forzar las negociaciones.
El golpe a las expectativas para México sería muy fuerte, creando una nueva oleada de incertidumbre que desde luego golpearía directamente a la cotización del peso frente al dólar y seguramente habría también la imposición de aranceles, quizás incluso a la industria del automóvil.
Para el gobierno de López Obrador, la diferencia entre arrancar en un ambiente de crisis económica e incertidumbre, o comenzar su gobierno con un Tratado renegociado, marcaría una diferencia de 180 grados.
Eso también lo sabe Trump.
No es exagerado decir que de lo que pase en Washington en los próximos días o semanas podría depender el curso de la economía mexicana y del gobierno de AMLO en los próximos años.
Somos vulnerables, aunque no nos guste. Más vale aprender de Turquía.