La operación de venta de 13 centrales de Iberdrola al gestor de fondos Mexican Infraestructure Partners (MIP), tendrá un efecto que no se ha visto suficientemente: reducirá la inversión extranjera directa en el orden de 6 mil millones de dólares.
Esto se reflejará cuando se concrete la operación, pues hasta ahora solo se han firmado las cartas de compromiso.
Esa reducción de la inversión extranjera estará acompañada de un incremento de la deuda pública en su definición amplia, en la medida que la operación de compra del MIP estará respaldada por el Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin).
En la medida que el fondo va a tener que salir al mercado o pedir crédito para fondear la operación, habrá mayor deuda así ésta quede fuera del balance del gobierno federal.
Sin embargo, como se ha comentado ampliamente, deberá registrarse como parte de los Requerimientos Financieros del Sector Público.
Por eso la sonrisa de Bartlett y la cara de preocupación de Rogelio Ramírez. Y si hubiera estado allí Raquel Buenrostro, lo hubiera acompañado.
Las estadísticas relativas a la inversión extranjera directa, cuando se concrete la operación, deberán tener dos indicadores, uno con el efecto de la venta de activos de Iberdrola, que reducirá atípicamente el flujo neto de la inversión y otro sin este efecto.
En el futuro, el gobierno incluirá la generación de electricidad de las 13 centrales vendidas por Iberdrola en la parte de la electricidad generada por la Comisión Federal de Electricidad, que será la operadora de esas plantas.
Esto también ofrecerá un problema, ya que, en sentido estricto, no le van a pertenecer y debieran acreditarse al gestor de los activos, MIP, que es una entidad privada.
¿Cuál será el impacto de este cambio de gestión de los activos de Iberdrola en la generación de energía eléctrica?
No es claro aún.
En el reporte emitido por Iberdrola se señala que 3 de las 13 plantas vendidas se encuentran paralizadas por litigios: Enertek, Monterrey III y IV y Topolobampo II, que suman 1 mil 387 MW de capacidad, lo que representa el 16 por ciento del total de lo vendido.
Sería de esperarse que simplemente con la reincorporación de esas plantas, aumente la generación total.
Pero también hay dudas legítimas respecto a la capacidad de la CFE para gestionarlas con eficiencia, lo que podría redundar en una baja de la producción de electricidad.
De acuerdo con las estadísticas del Sistema de Información Energética de la Secretaría de Energía, de febrero de 2019 a febrero de 2023, la generación eléctrica en el país cayó en 8.1 por ciento.
De acuerdo con las estadísticas del INEGI, el índice de la actividad de generación y distribución eléctrica cayó en 20.5 por ciento entre enero de 2019 y el mismo mes de este año (último dato disponible).
Las cifras son claras en el sentido de reflejar una caída de la actividad eléctrica en México que casualmente coincide con la nueva política en la materia.
Ayer, en las páginas de El Financiero, reportábamos cómo los inversionistas privados en el sector difícilmente van a comprometer más recursos ante la incertidumbre de una política orientada expresamente a fortalecer a la empresa estatal.
Los directivos de Iberdrola fueron muy cuidadosos de subrayar que permanecen en México… así sea con el 20 por ciento de los activos que tenían. Se hicieron chiquitos y se quedaron con lo más rentable.
Si nuestro mercado eléctrico fuera prometedor, de los 6 mil millones de dólares que va a recibir Iberdrola, ya estaría anunciando nuevos proyectos de generación con energías renovables, que es la orientación estratégica que tienen.
La experiencia mexicana, sin embargo, fue amarga. Prácticamente le puedo asegurar que no van a iniciar ningún nuevo proyecto importante en lo que resta de la actual administración.
Ya veremos en el futuro cuál va a ser el impacto directo e indirecto de la venta de los activos de Iberdrola en la inversión extranjera directa.
Por lo pronto, me temo que su impacto será muy negativo.