Ponga usted juntos los siguientes hechos.
1-El duro cuestionamiento del presidente nacional del PAN, Marko Cortés, al gobernador de Coahuila, del PRI, su aliado, al que acusa de incumplimiento de acuerdos respecto al reparto de posiciones en el estado, y la reacción del PRI en Coahuila, que ‘ha cortado’ al PAN de la coalición de las candidaturas a alcaldías.
2-El fracaso de Morena y aliados para conseguir la ratificación de Ernestina Godoy como fiscal de la Ciudad de México.
3-El escándalo derivado de los artículos publicados por Sanjuana Martínez, exdirectora de Notimex, en los que cuestionó a la hoy secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde; al titular de la Secretaría de Trabajo y a otros funcionarios, acusándolos de intento de extorsión y de corrupción.
4-La guerra interna que está librando la nueva ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Lenia Batres, para imponer sus condiciones al llegar a la Corte.
5-La crisis de Movimiento Ciudadano derivada de la selección de Jorge Álvarez Máynez como precandidato único a la Presidencia, lo que motivo una fuerte reacción negativa por parte de Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco.
Y hay más, pero hasta allí le paramos.
Pareciera que todo este conjunto de hechos no tiene que ver nada entre sí y que son procesos que ocurren de manera inconexa.
Pero, la verdad es que reflejan un rasgo de la situación política del país que va a hacerse presente a lo largo de los próximos meses: la polarización y el enrarecimiento del ambiente político.
Los choques ya no solo son entre los partidarios y los detractores de la llamada Cuarta Trasformación.
Ahora también se suman los que se están dando al interior de las diversas fuerzas políticas y de las instituciones en el país.
Es natural que en un proceso electoral se ponga énfasis en las diferencias de las fuerzas políticas que compiten, pero los choques rebasan ya el contraste de proyectos y propuestas, y amenazan con crear un clima de encono generalizado.
Los golpes saltan por todas partes.
Por ejemplo, pareciera que al líder nacional del PAN no le importó exhibir un acuerdo político que más bien parece un acuerdo para el reparto de posiciones, o como algunos han calificado: el reparto de un botín.
¿Quiere decir esto que nuevamente ya se rompió la interlocución entre los dirigentes de los partidos políticos que forman la alianza opositora?
Si así fuera, estamos frente a un enorme riesgo para el país.
Pero del otro lado, también resulta que los dichos de Sanjuana Martínez, que fue cobijada por el presidente López Obrador buena parte del sexenio, parecieran una declaración de guerra contra algunos integrantes de la Cuarta Transformación. Ni más ni menos que a la secretaria de Gobernación y a su familia, pero también al vocero presidencial, entre otros.
Y, en el caso de la Corte, lo que hemos visto estos días implica que la tarea de Lenia Batres va a ser crear un ambiente de conflicto al interior del máximo tribunal del país.
¿Será su papel el generar desprestigio para que la bandera de la elección directa de ministros y magistrados logre obtener el respaldo que el gobierno busca?
En MC lo que vemos es un deterioro interno que probablemente acabe debilitando a una fuerza política que parecía tener oportunidad de crecer más en este proceso electoral.
Ya le he comentado en este espacio que estamos en un ambiente político en el que se está viviendo un deterioro institucional.
Si a esa circunstancia se le suma el clima social de polarización y enrarecimiento, entonces nos vamos a enfrentar a una circunstancia riesgosa para el país.
Súmele usted la violencia desatada por las innumerables contiendas entre grupos criminales y lo que se tiene es una explosiva circunstancia muy poco recomendable en una etapa preelectoral.
Hasta ahora las finanzas nacionales han ignorado los riesgos que acompañan a este cuadro, pero tarde o temprano podemos padecer las consecuencias también en ese ámbito.