Hace unos cuantos días, reunido con un grupo de empresarios, recibí una pregunta que es recurrente desde hace algún tiempo: ¿cómo es posible que el presidente López Obrador tenga el nivel de respaldo que las encuestas dicen si los resultados de su gestión son tan cuestionables?
Desde hace un par de años, en la medida que el sexenio avanzaba, esa ha sido una pregunta que aparece una y otra vez.
Algunos incluso dudan de los resultados de las encuestas. Señalan que cuando ellos preguntan en su entorno, encuentran críticas al presidente y no respaldo.
Otros más cuestionan la poca representatividad que puede tener el entrevistar a poco más de mil personas.
En suma, se producen los cuestionamientos que siempre aparecen cuando los resultados de las encuestas chocan con nuestra percepción de la realidad.
Le comparto varias reflexiones a este respecto.
1- Las encuestas no están mal. La más reciente de El Financiero arrojó una aprobación de 56 por ciento para el presidente López Obrador. Y el sitio agregador de encuestas publicadas, Oraculus, reporta un 62 por ciento de aprobación. Puntos más o puntos menos, el hecho es que la aprobación de AMLO se encuentra aún por arriba del porcentaje de votos que obtuvo en las elecciones del 2018.
2- Una es la aprobación del presidente y otra la de sus acciones de gobierno. Casi desde el principio del sexenio, el presidente de la República tiene un nivel de aprobación sustancialmente superior al de las acciones de su gobierno en muy diversos ámbitos. La única excepción es el programa de vacunación, que tiene un respaldo del 70 por ciento, pese a todas las críticas recibidas. Pero todos los demás aspectos, que van desde el desempeño de la economía, la seguridad pública o el combate a la corrupción, se encuentran muy por debajo de la aprobación presidencial.
3- La aprobación del presidente tiene que ver más con él y menos con el gobierno. La diferencia señalada arriba indica que la aprobación presidencial tiene que ver con lo que AMLO representa como político y como persona para un grupo muy amplio de la población. El presidente sigue encarnando el interés por apoyar a la población de menores ingresos o que es más vulnerable, como la de la tercera edad. Para muchos, AMLO sigue representando una esperanza y para otros que reciben transferencias de programas sociales, una realidad.
4- La comunicación presidencial ha sido fundamental para el respaldo. La conferencia mañanera no es solamente el mecanismo para fijar la agenda nacional, sino también el articulador del gobierno. Los temas, las expresiones, las críticas, expresadas en las dos horas usuales de la conferencia matutina son el eje articulador del gobierno. AMLO espera que sus colaboradores escuchen y operen. Que sus adversarios acusen recibo de sus críticas. Que incluso gobiernos extranjeros escuchen sus puntos de vista para conocer las políticas del gobierno mexicano. Alguna vez, Alfonso Romo recomendó públicamente a los empresarios que dejaran de escuchar las mañaneras, porque estaban contaminadas de política. Hoy Romo no está en el gobierno y los empresarios saben que no pueden obviar esas conferencias, pues son la forma de gobernar de AMLO.
5- Mientras alguien no le dispute la agenda nacional, AMLO seguirá con alto respaldo. El presidente tiene la cancha para él solo. La oposición ha sido incapaz de construir figuras que puedan articular una propuesta alternativa que sea atractiva para la población. Los partidos se debaten en sus jaloneos y mayormente están a la defensiva, pese a triunfos como el rechazo a la reforma eléctrica. AMLO sabe que mientras más tiempo inhiba el surgimiento de una figura que cohesione a la oposición, las posibilidades de que su partido vuelva a ganar en el 2024 serán cada vez mayores.
Y mientras, el PRI y el PAN han presentado por separado sus propuestas de una reforma político electoral que difícilmente va a realizarse.
¿Será que no han entendido?