La inversión productiva en México está viviendo hoy uno de los peores momentos de la historia reciente.
El viernes pasado, el INEGI dio a conocer que durante el mes de febrero se presentó una caída del 3 por ciento respecto a enero.
Esto deja el nivel total de inversión 2.5 por ciento por abajo del que tenía antes de la pandemia, pero 15.6 por ciento por abajo del máximo histórico que se obtuvo en el ya lejano mes de octubre del 2015.
Dentro de la inversión, en particular es especialmente grave la caída de 8.2 por ciento mensual en construcción, ya que en este caso, nos deja 12.9 por ciento por debajo del nivel que se tenía antes de la pandemia y con una caída de 24.7 por ciento respecto al máximo obtenido en septiembre del 2015.
La inversión privada en el país representa el 86 por ciento del total, mientras que la inversión pública equivale al 14 por ciento.
Esto implica que lo que determina la trayectoria de la inversión total es fundamentalmente el comportamiento de la que realiza el sector privado.
Los proyectos realizados por el gobierno federal como el Aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya, o la refinería de Dos Bocas, no alcanzan para dinamizar la inversión en el país.
¿Por qué razón el sector privado no está invirtiendo como lo hacía antes?
El Banco de México aplica una encuesta mensual a especialistas en la que pregunta por el clima de los negocios.
En la más reciente, al preguntarles si creen que es buen momento para invertir, solo el 8 por ciento dijo que sí, mientras que el 59 por ciento dijo que era mal momento y el 32 por ciento no está seguro.
Al preguntarles cuáles son los principales obstáculos para hacer negocios en México, los tres factores más importantes son la falta de Estado de derecho, la corrupción y la burocracia.
La última ocasión en la cual el porcentaje de los entrevistados que consideró que era buen momento para invertir superó a los que pensaban que era mal momento fue mayo del 2016, es decir, hace casi 6 años.
Esa consideración explica por qué la inversión ya no superó los máximos alcanzados en el 2015.
El gobierno mexicano ha considerado que la demanda creciente de exportaciones mexicanas por parte de los Estados Unidos conduciría a que, simplemente para satisfacerla, se hiciera necesario un mayor volumen de inversión.
Por lo visto, y de acuerdo con los datos del INEGI, esto no está siendo así.
Aunque sí se ha presentado una mayor actividad en estados como los maquiladores del norte de la República o algunos del Bajío o bien en zonas de alta demanda turística, todavía no han tenido el efecto de arrastre para que la inversión crezca a nivel nacional.
Lo peor de todo es que, salvo que hubiera una sorpresa, en lo que resta de la actual administración será muy complicado que cambie esa tendencia de la inversión productiva.
Ello nos hace pensar que el crecimiento del país difícilmente podrá rebasar un ritmo de 2 por ciento anual en los próximos años, pues el dinamismo económico depende en una medida importante de lo que pase con la inversión.
Será lamentable que tengamos seis años perdidos para uno de los factores más decisivos en el comportamiento de la economía, pero todo indica que así será.