Cómo desearía estar equivocado, como ya desde el mes de marzo del año pasado le decía en este espacio.
Sin embargo, el análisis que puede hacerse con la información con la que contamos nos hace pensar que todo este año estaremos en México con una economía afectada por la persistencia de la pandemia.
¿En qué fundamento esta previsión?
En dos elementos. La dinámica de la enfermedad y las previsiones de la vacunación.
Veamos las tendencias de la enfermedad.
De acuerdo con los datos oficiales, el pasado 19 de noviembre llegamos al mínimo de contagios (usando como referencia el promedio móvil de 7 días para eliminar la estacionalidad de los fines de semana en los que siempre baja el número), con un nivel de 3 mil 958 casos.
Luego tuvimos un violento rebote que llevó esa cifra a 11 mil 168 el 4 de diciembre. La tendencia había bajado de nuevo hasta 8 mil 984 el 27 de diciembre, pero volvió a subir y estaba en 9 mil 475 al 2 de enero.
No hay la certeza de que hayamos llegado al tope. Ni siquiera con la aplicación del semáforo rojo en diversos estados se logró detener el nivel de contagios.
Pese a que bajó la movilidad, no lo hizo lo suficiente para conseguir el distanciamiento social que frenara la epidemia. El pueblo no resultó tan sabio.
En otras palabras, los modelos que anticipaban una reducción espontánea de la enfermedad por la combinación de la menor movilidad y la inmunización no están resultando correctos.
Sin la vacunación, la pandemia puede extenderse por muchos meses más y causar estragos humanos y económicos incalculables.
Y entonces, ¿qué podemos esperar de la vacunación?
Se ha dicho un sinnúmero de veces que México tiene aseguradas 91 millones de vacunas para este año, provenientes de AztraZeneca, Pfizer y Cansino. Y se esperan otras 25.8 millones de dosis del esquema Covax, de modo que se prevé –según el documento de la Secretaría de Salud– que se vacunen cerca de 117 millones de personas “en un máximo de 18 meses”.
Considerando el calendario de vacunación del cual se informó, entre diciembre y abril se vacunaría al personal de salud y a las personas mayores de 60 años, los que suman aproximadamente el 12 por ciento de la población.
De abril a junio se vacunarían 29 millones de personas en el rango de los 40 a 60 años, con lo que se acumularía un 35 por ciento de la población.
Para llegar al 70 por ciento del total y aspirar a la llamada “inmunidad de rebaño”, según el programa de vacunación, habría que esperar a septiembre.
Este esquema considera que la gente acuda en su totalidad a vacunarse. Sin embargo, eso no va a ocurrir. Una encuesta de El Financiero encontró que el 10 por ciento no piensa vacunarse y que 56 por ciento va a esperar a ver cómo les va a los que sí se vacunen.
Es decir, lo más probable es que a los porcentajes estimados oficialmente haya que reducirles 10 a 15 puntos, derivados de problemas logísticos y de la decisión de la población de no vacunarse.
Así que, debemos considerar que el mejor de los escenarios sería alcanzar ese 70 por ciento en diciembre de este año. Pero, si los problemas crecieran, entonces esa fecha habría que recorrerla algunos meses más.
Para propósitos prácticos, todo este año seguiremos –en un grado o en otro– con problemas económicos derivados del distanciamiento social y el temor a los contagios.
Creo que esa condición va a conducir a que se tengan que revisar a la baja las expectativas de crecimiento económico que han establecido la autoridad y la mayor parte de los expertos.
Será otro año duro, más nos vale asumirlo antes de caer en la frustración y la desesperanza.
Pero ¡cómo quisiera estar equivocado!