El tema de la corrupción nuevamente está marcando la agenda nacional.
Eso, sin lugar a dudas, es un gran éxito de la narrativa del presidente López Obrador y se trata de un avance de sus piezas para la elección de 2021.
Cuando alguien pregunta por qué razón el presidente mantiene un nivel de popularidad relativamente alto a pesar de que enfrentamos una crisis económica de grandes proporciones, una crisis sanitaria inédita y un gran problema de inseguridad, en parte es por su capacidad para incidir en la agenda pública.
Yuval Noah Harari ha demostrado que contar historias que sean compartidas por una comunidad es fundamental en la dinámica social y política. Y, hasta ahora, AMLO es quien mejor ha contado la historia.
Aunque la crisis económica es muy severa, para la mayoría de la población resulta claro que tiene como causa principal a la pandemia.
El cierre de los negocios y el confinamiento fueron obligados por las circunstancias y no se considera que hayan sido responsabilidad del gobierno.
Es mucho más complejo y distante entender que podía haber sido posible mitigar los efectos de esta crisis con estrategias diferentes de política económica, lo que sí daría responsabilidad a la autoridad. Pero, esa narrativa no prospera.
En cuanto a la crisis sanitaria, aunque sus alcances son gigantescos y se ha afectado a cientos de miles de personas, sus consecuencias directas llegan a una minoría de la población. Son muchos en términos absolutos, pero proporcionalmente son pocos.
Mucha gente no ve a la pandemia como una tragedia personal sino en todo caso, colectiva, y mundial.
El tema de la inseguridad, aunque grave, se ha convertido en algo que tiende a “normalizarse”.
En la medida que ya no crece de manera significativa en la mayor parte del país, se asume como parte de nuestra cotidianidad. Hay puntos en los que sí se trata de un fenómeno muy grave pero no es generalizado.
Con ese telón de fondo, el presidente de la República ha usado su extraordinaria habilidad de comunicación para marcar la agenda.
Desde que se negoció el regreso a México de Emilio Lozoya para ser juzgado se podía anticipar que el tema de la corrupción de la clase política en administraciones anteriores estaría presente de manera prominente en los siguientes meses.
Con la difusión de los videos que conocimos esta semana se lanza a otro nivel el posicionamiento de esta temática entre la opinión pública.
Las imágenes incriminatorias, que por lo menos hasta este momento no han tenido una explicación, van a ser una evidencia de que los dichos del presidente de la República sobre la corrupción en gobiernos anteriores, tienen bases.
Parafraseando al adagio: una imagen vale más que mil afirmaciones.
Si a esto se suma el hecho de que el desconfinamiento está generando claramente una recuperación de la economía respecto a los niveles de los meses pasados, estamos frente a un entorno más favorable para el presidente López Obrador.
Difiero de los que piensan que el caso Lozoya es simplemente circo.
Hubo hechos de corrupción que se conocieron desde la administración anterior por empresarios y servidores públicos, y que ahora está sirviendo como punto de apoyo para poner nuevamente esta agenda en un lugar prominente, y con ello fortalecer la imagen del presidente de la República.
Mientras la narrativa de AMLO siga siendo virtualmente la única, es poco probable que veamos una caída significativa en la popularidad presidencial.