La historia se ha contado en diversas ocasiones. La soberbia y conservadurismo de López Obrador le impidieron ganar la presidencia en 2006.
Patricia Mercado era ya la candidata presidencial del partido Alternativa Socialdemócrata. La cercanía de propuestas y la posibilidad de apuntalar un triunfo de la izquierda motivaron a la candidata presidencial a buscar una alianza con AMLO.
Sin embargo, el candidato de la Alianza por el Bien de Todos, formada por PRD-PT-Convergencia (hoy MC), rechazó la propuesta de Mercado, cuestionando el respaldo de los socialdemócratas a temas como la legalización de los matrimonios entre personas del mismo sexo; el derecho al aborto o la despenalización en el uso de la mariguana.
(Patrica Mercado. Foto: Cuartoscuro)
La campaña de Mercado fue muy exitosa y las encuestas marcaban al final de la campaña un 3.0 por ciento de intención de voto.
Al final, Mercado obtuvo 2.76 por ciento de los votos válidos, equivalente a un millón 128 mil sufragios… y AMLO perdió por cerca de 244 mil votos.
Aun suponiendo que no todos los votos de Mercado se hubieran ido a AMLO, con la cuarta parte hubiera sido suficiente para ganar.
Tal vez recordando esa experiencia, AMLO ahora ha estado dispuesto a venderle su alma… al PES.
Esta fuerza política, con fuerte arraigo en la comunidad evangélica, obtuvo en las elecciones federales de 2015 un millón 325 mil votos de sus candidatos a diputados de representación proporcional. Esta cifra fue casi 3.5 por ciento de los votos válidos de la elección.
Apenas el 11 de junio pasado, en el Tercer Congreso Nacional Extraordinario de Morena, AMLO señaló lo siguiente:
“No podemos marchar juntos con esos partidos. Me refiero, para ser preciso al PRI, al PAN, al PRD, Verde, Movimiento Ciudadano, Encuentro Social, Nueva Alianza”. Y arrancó la ovación de los asistentes.
El PES había sido parte de la alianza que respaldó a Alfredo del Mazo en el Estado de México. Pero, también apoyó a Guillermo Anaya en Coahuila y lanzó candidato propio en Nayarit.
No se había aliado previamente con Morena por la distancia ideológica.
Por eso, aunque ahora se intente revestir de coincidencias el acuerdo, la realidad es que AMLO no quiere desperdiciar más de un millón 300 mil votos y el PES tampoco quiere desaprovechar la posibilidad de poner candidatos en 75 distritos que podrían permitirle aumentar la cifra de ocho diputados que hoy tiene.
Es obvio que algo pasó en la operación política del PRI y del gobierno, que no se logró concretar la alianza con el PES para respaldar a su candidato presidencial en 2018.
En 2015, primeras elecciones federales en las que participó esta formación política nacida en Baja California en 2006, fue sorprendente tanto el resultado general –que aseguró su registro– como el obtenido en Hidalgo, donde fue la cuarta fuerza política, sólo detrás de PRI, PAN y PRD.
Exfuncionarios del gobierno estatal de Miguel Ángel Osorio, así como cercanos a Jesús Murillo Káram, se colocaron entre los dirigentes más connotados del PES.
El pragmatismo mostrado por AMLO, para dar cabida a un partido al que había puesto en la lista de los indeseables, parece contrastar con la rigidez y terquedad mostrados en 2006. Pareciera que ahora la consigna es ganar, sin importar con quién se junte… siempre y cuando le traiga votos.