Hoy en día, pareciera que los puntos de vista en la política se caracterizan más por posturas en contra que a favor. Ser antiesto o antiaquello va más con la moda de los tiempos de la indignación ciudadana que ser proalgo.
Oponerse suena a tener una mente independiente, mientras que apoyar, no necesariamente. Algunas posturas “anti” reflejan lo de moda: ser antiTrump, antireforma energética, antiPeña, por mencionar algunas.
Más allá de la moda, ser antialgo puede convertirse no sólo en un sentido de identidad política, sino también en una motivación para la acción política. Ahí están como ejemplos de otros países los movimientos antinucleares, los grupos antiinmigrantes y otros que han moldeado el discurso y la polarización política de hoy.
A pesar de su relevancia, los públicos “anti” suelen medirse poco a través de las encuestas, sobre todo así, como un sentido de identificación. Lo que sí suele hacerse es deducir los públicos anti a partir de sus opiniones en los temas de discusión, con las limitaciones que eso conlleva.
La carencia en las encuestas de ese tipo de preguntas nos limita a dimensionar a los públicos anti, ya que el no estar a favor de algo, no necesariamente es oponerse.
Ejemplo: si el PRI cuenta con un apoyo de una cuarta parte del electorado, eso no quiere decir que las tres cuartas partes restantes sean antipriistas.
Igualmente, si la mitad del electorado se identifica con algún partido político y la otra mitad no, eso no quiere decir que la mitad sea apartidista, de hecho, antipartidista.
Para ponerle números a estas expectativas, la encuesta nacional de El Financiero, realizada en junio pasado, incluyó algunas preguntas para medir las orientaciones antiPRI, antiLópez Obrador y antipartidos políticos, que son de las posturas más relevantes para ir descifrando al electorado rumbo a 2018. Los resultados de estas mediciones son sumamente interesantes.
De acuerdo con la encuesta, la proporción de entrevistados que respondió “sí” a la pregunta “¿es usted antipriista?”, fue de 36%. Es decir, el antipriismo representa a poco más de un tercio de la población adulta. Es una porción importante del electorado, pero está lejos de representar a todos aquellos que no piensan votar por ese partido político.
La correspondencia de estas dos preguntas con el partidismo revela una aguda polarización política, ya que los más antilopezobradoristas son los priistas, mientras que los más antipriistas son los morenistas. Esas fuerzas se encontrarán en 2018, dejando a la posible alianza PAN-PRD en el centro del espectro.
Por último, en la pregunta sobre identificación partidista, el 52% de los entrevistados dijo no identificarse con ningún partido.
A ellos se les hizo una pregunta adicional: “¿se considera usted antipartidista o solamente apartidista?” Únicamente el 16% dijo ser antipartidista, con lo cual podríamos dimensionar el potencial electorado para los candidatos independientes.
ANTITRUMPS Y ANTIPEÑAS
Las transcripciones de la conversación telefónica que sostuvieron los presidentes Trump y Peña Nieto en enero pasado, y que dio a conocer ayer The Washington Post, han generado varias opiniones antiPeña en las redes sociales.
Sin embargo, la mayoría de ellas se basan en lo que dijo Trump y no en lo que dijo Peña.
Ante ese tesorito que puso el rotativo al alcance de todos, bien vale la pena examinar las palabras del presidente mexicano, como diría la canción, golpe a golpe y verso a verso, de manera que no se le aplique el antipeñismo por default. El documento no sólo es muy relevante, sino, como diría Trump: it’s beautiful!