Nación321 quiere conocer y dar a conocer qué piensan los jóvenes en México. Con este fin abrimos NUEVAS IDEAS, un espacio para que los ciudadanos escriban sus puntos devista sobre la realidad que vive nuestro país. Hoy escribe Ricardo Robles Sánchez
*A Paco que por levantar piedras para salvar vidas, no tuvo tiempo de tuitear.
Y así, intempestivamente, todo se estremeció y mucho se vino abajo. Inverosímil que un 19 de septiembre, sí esa misma fecha fatídica de hace 32 años que, a lo largo del tiempo, se había vuelto rutinariamente aburrida con los protocolos y ensayos de protección civil, nuevamente la Ciudad de México se estremeciera.
Parecía una burla del destino que, precisamente en esa fecha, ahora la naturaleza despertara ya no a los adultos dormidos que dieron a luz a la sociedad civil organizada, sino a esos “millennials”: aquella clase social tan atacada por conformista, floja, irresponsable, obsesionados con los teléfonos móviles, el internet y las aplicaciones; pero desentendida de la realidad social, de las personas, del sufrimiento no virtual, sino de aquél que se lleva en las venas y en los huesos, del vecino, ese que saludábamos tímidamente todos los días pero nunca supimos su nombre y ya no se lo podremos preguntar.
Y ese día, como 32 años antes, las autoridades, aquellas que llevan 32 años haciendo grupos de protección civil, generando protocolos, ensayando con simulacros, ejecutando programas; nuevamente se quedaron muy cortas frente a la impresionante masa de gente, muchos de ellos millennials, que acudió sin un casco, sin experiencia, sin haber sentido el del ´85, a algún lugar a ayudar, armado solo de una enorme voluntad y un teléfono inteligente.
Y la sociedad desorganizada se comenzó a organizar a través de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería: “en tal lugar hay gente atrapada”, “en este otro se necesitan palas y picos”, “urge agua y médicos”, y unos minutos después lo que sobraba era lo que apenas instantes antes se solicitaba.
Pocos presenciaron el derrumbe de su casa u oficina, muchos conocen a alguien que se quedó sin hogar o no puede habitarla ante los riesgos, pero la enorme mayoría participamos en 2, 3 o 10 grupos de personas que de manera virtual se organizaban para ir a ayudar a levantar piedras, a juntar víveres, a transportarlos, a exhibir a algún oportunista…
Ante el ridículo de Televisa con la telenovela que voluntaria o involuntariamente armó (y digo armó porque fue quien se instaló de tiempo completo a contarnos una historia que nunca existió y de la cual fue víctima o cómplice, por su poco profesionalismo al no verificar la información o su ansiedad de rating aún en estos casos); el enemigo social que se personificó en cualquier político interesado en plantarse en alguna zona de derrumbe para tomarse selfies y postear (y que fue echado por la gente); surge como héroe nacional el mexicano de a pie, el millennial con celular y voluntad, el de la Del Valle, la Condesa, Tijuana, Oaxaca y Mérida…
Que no se vuelva a decir con facilidad que los millennials no participan, no están interesados y solo pasan frente al teléfono. Los mexicanos cambiaron a México el 19 de septiembre del ´85, dando surgimiento a la participación social frente a un régimen que Vargas Llosa conceptualizó como “la dictadura perfecta”.
Ahora nuevamente los mexicanos, esos que para efectos prácticos no sintieron el temblor del ´85, los que viven en el mundo más virtual que real; cambiaron a México, lo están cambiando, y relegaron a la clase política, le marcaron un límite, los dejaron fuera.
Muchos de los líderes sociales que surgieron en el ´85 hoy encabezan la lucha en contra de la impunidad y la corrupción, de la cual el principal protagonista es una clase política que cambia de color pero no de vicios.
Ni los políticos ni la mayoría de los analistas se han dado cuenta aún, pero gracias al sismo de este 19 México volvió a cambiar: del mundo de la participación social a través de organismos intermedios que mucho bien le ha traído a México, surge ahora la potencialmente activa (que no se diga más pasiva ya), mejor organizada, más comunicada y con una gran influencia de la mano de la tecnología, la nueva clase social: los jóvenes mexicanos solidarios armados con un teléfono o una computadora que observan a nuestra clase política, listos para actuar.
México cambió, el político que no lo entienda no tiene futuro, ni si quiera para este 2018.