Ni la elección del Estado de México, ni la del estado de Coahuila a celebrarse el primer domingo de junio de este año, serán factor para modificar sustancialmente el escenario político-electoral de México en el 2024, cuando se celebrarán las elecciones presidenciales, se renovará completamente el Congreso de la Unión y nueve entidades federativas elegirán nuevo mandatario.
Las encuestas en general, dan amplia ventaja a la candidata de la coalición formada por Morena, PVEM y el PT, por lo que es muy probable el triunfo inobjetable para el partido del presidente Andrés Manuel en el Estado de México, mientras que, en el estado de Coahuila los estudios demoscópicos arrojan que el triunfo sería para el candidato de la alianza formada por el PAN, el PRI y el PRD. En el caso en que lo anterior no se concretara, el PRI mantendría en el Estado de México, el bastión más importante, pero representaría solo un poco de oxígeno a la ya mermada capacidad de operación de esta organización política.
El Estado de México es el más poblado, tiene 12.7 millones de electores y es la segunda entidad con mayor PIB del país. Sin embargo, los electores significan menos del 13% del total de los electores mexicanos. O sea que el resto de los electores representan el 87% de los electores, muchos de ellos, con tendencia favorable hacia la coalición que lidera Morena, según se observa en las mismas encuestas mencionadas.
Actualmente, Morena gobierna 22 entidades y su aliado el PVEM gobierna además el estado de San Luis Potosí, dirigiendo de esta manera los destinos de la mayor parte de los mexicanos por territorio federativo.
En procesos electorales anteriores, el partido que ganara el Estado de México tenía accesos a tres tipos de recursos: económicos, políticos y mediáticos, lo que le permitía una mayor movilidad electoral y posibilidades de triunfo, condición necesaria pero no suficiente para ganar la elección presidencial, actualmente.
Lo único que puede modificar el escenario, es una ruptura interna en Morena y lo que sus militantes llaman 4T. Esto no es una circunstancia nueva en este partido: por ejemplo, su elección del estado de Coahuila está en riesgo, justamente porque la división interna hace estragos y cobra factura a dicha coalición. En el estado de Durango la situación no fue diferente, la división se dio entre aspirantes, dando como resultado la derrota en uno de los pocos estados que no gobierna. Tampoco es nuevo que algunos de sus prospectos presidenciales han enviado señales de incomodidad en la metodología selección de candidatos y mensajes para emigrar en caso de que dicho proceso no sea transparente o inequitativo.
A resumidas cuentas, Morena y sus aliados lideran las encuestas de opinión rumbo al proceso electoral que México vivirá en 2024, tienen aspirantes presidenciales políticamente posicionados y su gran activo Andrés Manuel, tiene la mayor aprobación que un presidente mexicano podría haber obtenido en la recta final de su mandato.
Todos estos factores les han permitido consolidar una enorme estructura electoral y un gran capital político con los que podrán realizar una enorme operación electoral, sí y solo sí, logran construir los acuerdos suficientemente amarrados para que nadie tenga incentivos a emigrar a otras fuerzas políticas, poniendo en riesgo la consolidación de la Cuarta Transformación.