A pesar del creciente acceso a las vacunas contra el COVID-19, la pandemia se está agravando a medida que el virus se expande y se muta por todo el mundo, llenando hospitales, devastando economías y obligando a gobiernos a dictar órdenes masivas de confinamiento.
Reino Unido nuevamente se encuentra en cuarentena colectiva. La cantidad de hospitalizados en Ciudad de México es más alta que nunca. Alemania registró el martes uno de sus números más altos de decesos y la canciller Angela Merkel anuncia que el confinamiento en el país se extenderá hasta el 31 de enero. Sudáfrica y Brasil no tienen más lugar para colocar a los muertos e incluso Tailandia —hasta ahora un éxito en la lucha contra la enfermedad— está sufriendo una inusitada ola de contagios.
A medida que los casos de COVID-19 están en aumento a raíz de las reuniones sociales típicas de las festividades de Año Nuevo, está surgiendo en varios países una variante nueva y más contagiosa del virus, originalmente detectada en Reino Unido.
Enero “será un mes difícil”, admitió la doctora Margaret Harris, vocera de la Organización Mundial de Salud (OMS). “La idea de que ‘Estamos hartos de esto, pensemos en otra cosa, esto no me va a suceder a mí’ tiene que parar. Realmente es un momento en que todos debemos cooperar”.
Aunque Reino Unido lanzó una segunda vacuna esta semana y algunos estados de Estados Unidos están comenzando a aplicar la segunda de las dos dosis de una de las vacunas, el acceso a las inoculaciones en todo el mundo es desigual. La oferta ni de lejos llega a igualar la masiva demanda por las inyecciones necesarias para derrotar a una enfermedad que ya ha matado a 1.85 millones de personas.
“Tenemos una pandemia intensa en Europa, una pandemia intensa en Estados Unidos”, aseveró Harris. “Mientras más pueda un país bajar la tasa de contagios, mejor posicionado estará para que tenga éxito su estrategia de vacunación”.
Inglaterra va por su tercera cuarentena colectiva, que esta vez durará por lo menos seis semanas, a medida que las autoridades tratan de reducir los contagios y aliviar la carga sobre los hospitales, tan abrumados que en muchos casos hay pacientes esperando en ambulancias en los estacionamientos.
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, anunció las medidas, que rigen a partir de la medianoche del martes y que contemplan el cierre de escuelas, restaurantes y todo negocio no esencial hasta por lo menos mediados de febrero. La gobernante de Escocia Nicola Sturgeon también impuso una cuarentena, que comenzará a partir del martes.
Los dos mandatarios anunciaron que las medidas son necesarias para proteger al Servicio Nacional de Salud y para frenar a la nueva variante del virus que ha desatado un pronunciado aumento de infecciones, hospitalizaciones y decesos.
El Servicio Nacional de Salud de Reino Unido “está probablemente atravesando su periodo más difícil”, afirmó Siva Anandaciva, analista del centro de estudios King’s Fund.
Dinamarca, ante el temor a la nueva variante del virus, redujo de 10 a cinco la cantidad máxima de personas que pueden concentrarse en un mismo lugar.
En Italia, donde mueren cientos de personas cada día, las autoridades prorrogaron el confinamiento iniciado en Navidad. España ha restringido los viajes. Se espera que Francia dicte más restricciones el jueves y en Ucrania a partir del viernes quedarán cerradas las escuelas y los restaurantes.