Con 257 votos a favor, 208 en contra y dos abstenciones, la mayoría de Morena y sus aliados en la Cámara de Diputados se impusieron, apresuraron y aprobaron, en lo general, el dictamen que contiene la iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador que desaparece al Conacyt.
Entre fuertes reclamos de diputados de la oposición a Morena, por no cumplir con los acuerdos para hacer consultas, foros y análisis con expertos, el pleno en San Lázaro avaló la iniciativa que expide la nueva Ley General en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación, que ordena eliminar al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y crear en su lugar el nuevo Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación (Conahcti).
También, la oposición alertó y criticó que la reforma contempla una “centralización” y “control” de los proyectos de investigación, que “atenta contra la libertad” de los investigadores, debido a la “tendencia ideológica” del gobierno de Morena.
La iniciativa contempla integrar el Sistema Nacional de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación, que se integrará por el Conahcti, la Secretaría de Educación Pública, las universidades, instituciones de educación superior y todas las dependencias y organismos federales que fomenten la investigación científica y el desarrollo tecnológico.
El dictamen -que aún se discute esta mañana en lo particular, en una maratónica sesión que ya cumple casi 24 horas- argumenta que el Conacyt creó fideicomisos millonarios y que, del 2001 al 2018, “bajo el supuesto fomento de la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación”, transfirió a empresas privadas más de 45 mil millones de pesos, que “en su mayoría, eran grandes empresas nacionales y transnacionales que no requerían el apoyo del Estado”.
Agrega que “el Conacyt toleró la simulación al acreditar programas profesionalizantes, en particular de universidades e instituciones de educación superior del sector privado, poco o nada vinculados a la investigación humanística o científica, pero cuyo reconocimiento sirvió como señuelo de mercado para atraer clientes que, con el subsidio público que recibían, pagaban costosas cuotas por concepto de inscripción y colegiaturas”.