Pasó de noche. La declaración del presidente López Obrador en la cual propuso que la Estatua de la Libertad, en Liberty Island, debería desmontarse en caso de que se procese y condene en Estados Unidos a Julian Assange, fue de tal desproporción que fue mayormente ignorada por la prensa de los Estados Unidos.
Fue algo así como si el presidente de un país centroamericano hubiera dicho que habría que desaparecer el Ángel de la Independencia porque la Guardia Nacional hace labores de contención de los migrantes centroamericanos.
Aquí, a cualquiera que hubiera dicho lo anterior, se lo hubieran acabado en la mañanera y anexas.
No crea usted que en Estados Unidos va a preocupar demasiado esta declaración del presidente mexicano en el contexto de la reunión que habrán de sostener la próxima semana los presidentes López Obrador y Biden.
La visión que prevalece en ciertos círculos norteamericanos muy influyentes es que hay que ignorar los dichos de AMLO mientras no tengan repercusiones en la relación bilateral.
Muchos políticos y analistas en Estados Unidos consideran que una parte importante de las declaraciones de López Obrador respecto a Estados Unidos tienen que ver con su clientela electoral y no tienen ninguna trascendencia real.
Pero, hay otros que van coleccionando declaraciones y hechos para poder usarlos contra AMLO, en el momento más oportuno, antes o después de que termine el sexenio.
López Obrador ni siquiera es consciente de su desafío a los Estados Unidos.
Un ejemplo de ello es su ignorancia respecto a lo que significa para los norteamericanos la Estatua de la Libertad.
Piensa AMLO que la buena relación que tiene con Biden, así como fue el caso de la que tuvo con Trump, es suficiente para mantener una buena química entre los dos gobiernos y naciones.
Se equivoca de todo a todo y ni siquiera se da cuenta.
La relación con Estados Unidos va mucho más allá de la que existe con el presidente Biden y en esa relación más amplia y diversa, hay muchos signos de deterioro.
López Obrador es el responsable de ello.
La Cancillería y sus funcionarios se pasan mucho tiempo tapando agujeros e impidiendo que las cosas se agraven.
Hasta ahora lo han hecho bien, pero los bomberos no pueden apagar todos los incendios.
¿Por qué poner sobre la mesa un tema tan distante de los mexicanos como pudiera ser la eliminación de la Estatua de la Libertad?
Algunos piensan que esto tiene que ver solamente con la creación de un elemento de distracción respecto a los problemas reales del país.
Puede ser, pero creo que hay mucho más que eso.
El hecho de que el tema haya pasado casi desapercibido muestra que si ese fuera el propósito, simplemente no funcionó.
Creo que el asunto de fondo es una pérdida de conexión con la realidad del presidente de la República.
Hay indicios que muestran que el presidente ha perdido la proporción.
Los elementos de distracción podrían ser otros, pero él quiere pensar que lo que diga de la Estatua de la Libertad puede importar.
Después de que su secretario de Salud, Jorge Alcocer, habló de la “hora de Dios”, ya todo es posible.
Si los asesores del presidente Biden ven este hecho con una sonrisa burlona y piensan que se trata de un gesto folklórico y pintoresco de un mandatario tropical, el tema será meramente divertido e irrelevante.
Pero, me parece que AMLO está jugando con fuego.
La debilidad que hoy padece el presidente Biden hace indispensable que tenga una buena relación con México.
Pero, Estados Unidos es un país muy complejo y diverso. Una buena relación entre los presidentes está lejos de significar una buena relación entre los países.
Y las declaraciones del presidente destruyen las posibilidades de la buena relación.
Así que, ojalá que López Obrador deje en paz a la Estatua de la Libertad y se concentré en los inacabables pendientes que tiene en México.
Nos va a convenir a todos.