¿Mal augurio?
Esta vez Kukulcán no bajó como lo hace cada año en el equinoccio de primavera debido a la nubosidad que imperó en la zona arqueológica de Chichén Itzá, en Yucatán.
A pesar de que no se formó la figura de la serpiente emplumada en la pirámide de “el castillo”, cientos de personas se congregaron en este recinto prehispánico para darle la bienvenida al cambio de estación.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a la formación de las escamas de Kukulcán se le conoce como el “ciclo de iluminación” que corresponde a los ocho basamentos del cuerpo más la cabeza de la serpiente emplumada, espectáculo que se mantuvo oculto en el inicio de la primavera.
“Sabemos que existen 365 escalones y un nivel superior que confirma los días del año. Existen hipótesis que establecen que forma un calendario que al final es observado por los pobladores que estuvieron en Chichén Itzá,” confirmó el director del INAH, José Arturo Chab.
Un fascinante juego de luces y sombras que dura cerca de 10 minutos y que se repite cada año durante el equinoccio de otoño (entre el 22 y 23 de septiembre) y el de primavera (entre el 20 y 21 de marzo), unas tres horas antes del ocaso. Hay que decir que, aunque el caso de Chichén Itzá es el más famoso, no es un fenómeno único, sino que se registran fenómenos parecidos en Uxmal o Tulum. Algo que demuestra el especial simbolismo calendárico en la cultura maya.