Porque todavía se pueden salvar niños del colegio
El colegio Enrique Rébsamen, al sur de la Ciudad de México, se ha convertido en uno de los símbolos del sismo de este 19 de septiembre.
Una veintena de menores ha muerto en el interior de esta escuela, pero todavía queda la esperanza de salvar a otros con vida.
"Estoy preocupada por mis niños", dice una mujer visiblemente triste y con los ojos rojos que contrastan con su piel blanca.
Aunque no quiso dar su nombre, una credencial colgando de su cuello la identifica como profesora de la escuela.
"Estoy muy triste. Eran mis niños", insiste la maestra y agradece el apoyo de los voluntarios que han llegado al lugar, incluyendo psicólogos y tanatólogos que se han acercado a ella.
Sin embargo, ella solo manifiesta su deseo de acudir al Hospital Ángeles de Acoxpa, para acompañar a otros menores que han sido rescatados y reciben atención médica.
MUCHAS MANOS, POCA ORGANIZACIÓN
Una parte de la colonia Nueva Oriental Coapa se ha convertido en una zona de caos y mucha ayuda. En avenida División del Norte no hay transito vehicular, en cambio hay centenares de personas que cargan miles de litros de agua, reciben alimentos y juntan medicinas.
Pero a pesar de las ganas de centenares de personas, el esfuerzo es insuficiente pues constantemente se requieren nuevos insumos que nadie tiene.
O que ni ellos mismos saben quién lo tiene.
Al interior y exterior de la escuela se encuentran trabajando elementos de la Marina, el Ejército, Policía Federal, Protección Civil, nacional y capitalina, Cruz Roja, entre otros. Aún así, rescatistas salen a buscar constantemente collarines, camillas, tanques de oxígeno, pañales, medicamentos como diazepam, antibióticos o adrenalina inyectable.
Incluso, al lugar han llegado rescatistas japoneses para trabajar y recuperar al menos a cuatro niños que miembros de la Marina han reportado con vida. Sin embargo, no hay traductores que apoyen a la comunicación entre los especialistas extranjeros y mexicanos.
UNA ESPERA INSOPORTABLE
Más de 36 horas han pasado desde el sismo de 7.1 grados que cobró la vida de al menos 200 personas en todo el país, pero la esperanza de salvar a un par de niños de la escuela mantiene con energía a miles de voluntarios.
Sin embargo, el tiempo sigue transcurriendo y las noticias buenas no llegan al exterior de la escuela. Cada cierto tiempo los puños se levantan y el silencio envuelve a decenas de personas que cubren tres cuadras al rededor del colegio. Pero nadie sabe nada.
Oficiales controlan con vallas el paso de los voluntarios, médicos y rescatistas. Salvo algunos familiares que están al interior de la escuela, ningún ciudadano puede observar lo que está ocurriendo.
5 MINUTOS DE AYUDA
A tan solo unos metros de la escuela, en la calle Hacienda La Escalera, los habitantes del número 5 y 11 vigilan su edificio que está en peligro de derrumbarse.
Gerardo Ortíz, vecino del lugar, dice que se han organizado para cuidar sus pertenencias, pues las autoridades no les han ofrecido apoyo ya que toda la atención la tiene la escuela.
"Pasaron las ambulancias, los bomberos, los de la Marina y no nos dieron apoyo. No sabemos si el edificio se va a caer ya que los de Protección Civil no se han acercado", comenta a Nación321.
Para evitar robos y rescatar sus pertenencias, los mismos dueños de los departamentos tienen 5 minutos para entrar a su propiedad y sacar papeles, ropa y otras pertenencias de valor que no impliquen un riesgo.
Además, se han organizado en brigadas de dos horas para hacer una vigilancia en la acera frente al edificio que ellos mismos dicen haber acordonado y apuntalado con polines.