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Bullying: Acoso en las aulas que conduce a la muerte

Combustible del acoso. | Esperta señala que el silencio es uno de los ingredientes para abonar al bullying | Fuente: Especial

Iñaki Zubizarreta es un hombre de 52 años de edad, basquetbolista profesional español en retiro; su cabeza es calva y los años le han teñido de blanco una barba que ahora acompaña una sonrisa en cada conferencia que da en España, un 'accesorio' que es el resultado de una lucha de décadas en la que, abrazado por su familia y el baloncesto, logró dejar atrás un pasado que lo atormentaba todos los días al cruzar la puerta de su colegio: sufría bullying. 

A propósito del Día Internacional contra el Acoso Escolar, en Nación321 te traemos un par de testimonios que narran el horror que viven las víctimas del bullying, que las lleva a pensar en el suicido como una puerta para escapar de una realidad que se replica en millones de escuelas en el planeta.

La intención es abonar a la concientización sobre un problema que en México afectó a 18 millones de estudiantes de nivel primaria y secundaria en 2019, de acuerdo con los más recientes datos al respecto publicados por la Organización de la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

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Zubizarreta es un hombre maduro que sobrepasa los 2 metros de estatura, que le ayudaron a sortear las jugadas del basquetbol, pero que lo empujaron a caminar un viacrucis emocional que por poco termina con su vida. 

Reconoce que en su infancia fue "un niño diferente" por superar el metro con 80 centímetros cuando apenas tenía 11 años, una situación que, cuenta, le acarreó burlas, señalamientos y golpes.  

"Yo era un niño como ellos (sus agresores), pero con un cuerpo enorme", dice al reconocer que en esa etapa vivió "un auténtico infierno para ir al colegio; cada día te tienes que armar de valor y encontrar una motivación para tener que enfrentarte a tus fantasmas, a tus miedos, a esa gente que se ríe, humillándote, insultándote, excluyéndote", narra en una de sus conferencias organizadas por BBVA, en su proyecto "Aprendamos juntos". 


Las burlas que recaían sobre él por su tamaño lo hacían ser "un niño muy tímido, acomplejado, con miedos; no me aceptaba a mí mismo, estaba en un mundo en el que no encontraba un espacio, me sentía como un monstruo". 

Sin saber, con sólo 11 años, sufría un "horror" que debía justificar, pues pensaba que "todo lo que me pasaba me lo merecía". A decir de él, el acoso escolar no venía sólo de sus compañeros, pues hasta su maestra era su agresora:

"La tutora me encasilló en el cliche de 'el mas alto, el más bobo'", confiesa, y recuerda que lo humillaba frente al grupo, momentos que provocaban risas en el salón de clases que para él era una especie de sucursal del infierno.

Recuerda que por su estatura, la tutora lo segregó, acusándolo de ser un 'potencial peligro' para sus compañeros, por lo que lo "castigó todo el curso, sin poder salir al recreo, sin poder relacionarme con mis compañeros y lo que empezó con la exclusión, la soledad, el silencio".

De acuerdo con la doctora Ana Carolina Rodríguez, investigadora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, "la problemática gana terreno cuando los niños que usualmente interactúan en diferentes contextos perciben violencia de manera cotidiana, hecho que les ayuda a normalizarla. De tal forma que cuando van a la escuela, además de aprender conocimientos generales, también forman vínculos con sus compañeros, y las maneras en que se establezcan éstos serán parte de la formación escolar".

De acuerdo con el artículo Hablemos de Bullying, de la Gaceta de la Facultad de Medicina, publicado en marzo del 2023, la experta indica que este comportamiento se nutre de "las normas flexibles y poca supervisión" de adultos. 

Los señalamientos y el silencio, narra el exdeportista, son socios 'mortales' para quien experimenta bullying: "Me escupían, me tiraban los libros, me humillaban y eso era una constante" con la que tuvo que vivir.

La violencia escaló y "un día se les fue de las manos"... con la voz entrecortada rememora que lo metieron al baño y ahí lo agredieron verbal y físicamente: "me dieron una paliza que me reventaron la cabeza y cara a patadas, perdí el conocimiento y desperté dos días después" en una cama de hospital en la que no era reconocible ni por sus propios familiares. 

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Ver en peligro su vida fue una bocanada para exigir a la escuela un castigo para los culpables, pero las autoridades escolares no hicieron mucho, en todo caso le pidieron cuidarse y alejarse del plantel. "Fue una invitación clara a que se fuera el 'tonto del colegio'".

La situación lo llevó a pensar en el suicidio como alternativa. "Lo mejor que puedes hacer es quitarte de en medio y hacerte un favor ti mismo, porque te sientes como una basura", pensó en ese momento.

Con el dolor, la impotencia, la rabia y el coraje corriendo por sus venas, un día se despidió de sus padres y caminó rumbo a un acantilado cerca de su casa, donde pensaba dejar todo atrás: 

"La pregunta era: ¿qué hago?, ¿me tiro?", se cuestionó mientras veía un atardecer, presto a terminar con su vida. Sin embargo, uno de los rayos del sol de ese día iluminó una fotografía mental de su familia. "Me dio fuerza mi familia, porque no me parecía justo que mis padres perdiesen tres hijos (porque pocos años antes se me murieron dos hermanos el mismo día); uno de ellos era testigo de todo lo que me hacían en la escuela".

Con suspiros comenta que entonces decidió aferrarse a la vida "con uñas y dientes". Luego, "apareció en mi vida el baloncesto, que es donde pude, entrenando, superarme a mí mismo, fue ver que todo lo que pensaba sobre mí era erróneo, que había cosas que podía hacer bien".  

DEL ACOSO A LA MUERTE

En febrero del 2022, se reveló el caso Drayke Hardman, un niño que decidió quitarse la vida luego de sufrir bullyig escolar durante un año por uno de sus compañeros de la secundaria Tooele High School, en el estado de Utah, Estados Unidos. 

El caso se viralizó, pues tras el hecho, los padres de Drayke impulsaron la campaña #DoItForDrayke para difundir el caso y evitar más muertes por acoso escolar. 

La carta de sus padres de Drayke resultó en una oleada de muestras de apoyo y de adultos que reconocieron conductas de alerta en sus hijos.  "Este es el resultado del bullying, mi niño guapo estaba peleando una batalla que ni yo pude salvarle. Es real, es silencioso y no hay nada absolutamente nada como padre que puedas hacer para quitar este profundo dolor. No hay señales, sólo palabras hirientes de otros que en última instancia se robaron NUESTRO Drayke de este cruel lugar", revela la publicación acompañada del cuerpo inerte del menor.

"Él tenía 12 años. ¿Cómo un niño de 12 años que fue tan amado a sabiendas por todo el mundo piensa que la vida es tan dura que necesita apartarse de ella?", se cuestiona. 

Una semana antes del acontecimiento, Drayke llegó con un ojo morado a su casa; su hermana fue la única a la que le confesó que ese golpe fue provocado por su agresor, un compañero de salón. 

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"No estoy seguro de cómo navegar esta vida sin ti. Se suponía que iba a pasar el resto de mi vida contigo, y en vez de eso pasaste el resto de la tuya conmigo. Mi corazón está destrozado, no sé cómo arreglarlo, o si alguna vez lo haré, pero pasaré cada minuto enseñando bondad en la memoria de mi amigo favorito", remata. 

¿CÓMO IDENTIFICAR SEÑALES DE BULLYING?

Según la maestra Carmen Danelia de la Peña Castro, jefa de Acompañamiento Estudiantil de Educación Básica y Media Superior de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), las siguientes son señales que los padres de niños y adolescentes deben atender, pues podrían significar que sus hijos padecen este mal: 

  1. Tiene cambios repentinos en su estado anímico.
    Suele evitar platicar de los temas escolares.
    Tiene pesadillas constantes.
    Entra en llanto por no querer ir a la escuela cuando anteriormente no lo hacía.
    Puede llegar a mojar la cama por las noches.
    Suele tener dolores de cabeza, estómago o algún otro malestar físico que logre evitar ir a la escuela.
    Comenta en casa que le dicen por algún apodo.
    Comenta en casa que en la escuela le quitan sus cosas.
    Comenta que hay un niño “mal portado” en la clase y no le agrada.
    Sus calificaciones escolares empiezan a bajar.
    Presenta dificultad para concentrarse cuando anteriormente no tenía ese problema.
    Se pone irritable y agresivo.
    Llanto sin un motivo aparente.
    Poco interés por las actividades escolares.
    Suele aislarse.
    Busca la manera para que lo cambien de salón o escuela.
    Menciona que se burlan de él.
    Llega con raspones o moretes a casa y no sabe dar una explicación al respecto.
    Presenta ansiedad por las noches o mañanas.

Enrique Vega 02.32.2024 Última actualización 02 mayo 2024 6:32

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