Andrés Manuel López Obrador cumplió el sueño de amigos y militantes de la izquierda cuando, en su tercer intento, por fin ganó las elecciones presidenciales, pero en el mandato ha ido dejando amistades en el camino, con políticos que alguna vez formaron parte de su círculo más cercano.
Una imagen vale más que mil palabras y para muestra, estas fotografías e historias de hace más de 20 años.
Era julio del 2000. Rosario Robles, la jefa de Gobierno sustituta del entonces Distrito Federal, se reunía con López Obrador, quien hace apenas unos días había ganado los comicios. Ambos militantes del PRD representaban la vanguardia del Partido del ‘Sol Azteca’ que había logrado con éxito defender la gubernatura de la capital del país.
Las sonrisas no eran gratuitas: según recogieron Andro Aguilar y José Ignacio De Alba para Pie de Página, Robles fue una activa promotora de la campaña para que el hoy presidente de la República fuera su sucesor en la jefatura de Gobierno.
Funcionarios de la administración del Distrito Federal acusaron la existencia de un ‘desorden’ dentro de las finanzas del Gobierno capitalino, presuntamente ligada a ese apoyo, aunque no se concretó ninguna denuncia, agregaron.
La predilección de Robles por López Obrador venía de años atrás, indicaron los reporteros, cuando el tabasqueño designó a la exfuncionaria como secretaria de Organización del Comité Ejecutivo Nacional del PRD.
Y fue así como llegamos a 2004, el año del rompimiento entre ambos políticos a raíz del ‘videoescándalo de las ligas’ que manchó al PRD y en el que estuvo involucrado Carlos Ahumada, ligado sentimentalmente con Robles.
“Yo salí hace ocho años del PRD por una situación complicada”, reconoció Robles años después, en 2012, en una entrevista para Proceso en la que dejó claro que ya no creía en López Obrador y por eso apoyaba al entonces candidato Enrique Peña Nieto.
Hace algunos días, Robles publicó una carta en la que reclamó a López Obrador sus declaraciones contra el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, uno de los líderes más importantes del PRD cuando el presidente aún militaba en esas filas.
“Que hables de él como ‘conservador’, que digas que son momentos de definición y que sólo hay de dos sopas: estar con el pueblo (o sea contigo) o contra ti, que lo consideres tu adversario, me parece totalmente alejado de sentimientos que deberían acompañar a un estadista”, le dijo.
López Obrador había dicho antes que Cárdenas se había convertido en su “adversario político” tras ligarlo con Colectivo por México, un nuevo grupo de la oposición, aunque se retractó después de que Cárdenas aclaró que ya no estaba conectado con la organización.
Ese escenario dista de la amistad que había entre las dos figuras de izquierda. El sitio del presidente menciona que se unió a la Corriente Democrática que el ingeniero encabezaba en 1988 e incluso existen señalamientos de que Cárdenas ‘apadrinó' a López Obrador en su campaña para la jefatura de Gobierno.
El ‘poder’ intervino primero en su amistad en 2006 cuando Cárdenas buscaba, de nuevo, ser el candidato presidencial. “Creo que soy la única posibilidad que existe en la izquierda de construir una mayoría política en torno de mi candidatura”, dijo.
El PRD terminó eligiendo a López Obrador como candidato y Cárdenas se alejó del partido. En reiteradas ocasiones se le criticó que no asistiera a las marchas y bloqueos convocados por López Obrador tras el presunto fraude electoral de 2006.
Pero con la campaña para las elecciones de 2012 también llegó un reencuentro. López Obrador anunció que en caso de ganar, nombraría al hijo de Lázaro Cárdenas, el presidente que nacionalizó el petróleo, como director de Pemex.
“El ingeniero Cárdenas nos está apoyando y es un dirigente muy importante, precursor de la democracia de nuestro tiempo”, dijo durante la campaña de ese entonces. El hoy presidente también aplaudió después la decisión de Cárdenas de desligarse del PRD.
La amistad entre los líderes de izquierda parecía restaurada. El ingeniero fue una de las personas que llegó a la casa de campaña de López Obrador para felicitarlo tras su victoria en los comicios de 2018. Pero con el nuevo Gobierno, apareció el desencanto. En entrevistas, Cárdenas dijo que las políticas públicas y el crecimiento económico en el sexenio obradorista habían fallado a México.
“Sí vemos que la violencia está presente en todo el país. La inseguridad de la gente de las familias está presente en todo el país. Tenemos un alto índice de desempleo, no hemos logrado recuperar incluso el empleo perdido en estos años de pandemia. Tenemos un sistema educativo con muy fuertes deficiencias, para no hablar del sistema de salud. Esto es lo que tenemos a tres años”, dijo en 2021.
La escena era un ‘sueño’ para la izquierda’: dos de sus líderes estaban en la Cámara de Diputados, uno como líder de la Mesa Directiva, y otro a punto de ser oficialmente el presidente de la República.
Porfirio Muñoz Ledo, entonces diputado, puso la banda presidencial a López Obrador para que tomara protesta de su cargo. Durante su tiempo en la Cámara baja, el politólogo fue uno de los impulsores más importantes de las iniciativas que se dictaban desde Palacio Nacional.
Tiempo después y tras una salida atropellada del trabajo legislativo, Muñoz Ledo acusó a quien fuera su compañero de filas de tener vínculos con el narcotráfico.
“Él piensa que puede heredar al siguiente gobierno su asociación con los delincuentes y que eso le otorga mayor poder. Porque además de tener la autoridad y los recursos del gobierno federal, éstos se suman a los del narcotráfico y entonces no hay nada que se le pueda oponer”, afirmó en junio del año pasado.
En entrevista con René Delgado para EntreDichos, Muñoz Ledo dijo que nunca vio una señal de que López Obrador se convertiría en otro político más que incumpliría sus promesas.
“Es un líder excepcional, pero el poder absoluto corrompe, marea absolutamente. Está mareado. De las cosas que hace no explica nada, todo lo inventa. Le vale los demás y no investiga nada”, replicó.
Con información de El Universal, Pie de Página y Proceso