Manelich Castilla, exmando en la Policía Federal, duró cinco días como encargado de la seguridad pública en Quintana Roo. La gobernadora de esa entidad, Mara Lezama, lo había elegido para el cargo, pero en menos de una semana lo quitaron para poner a un miembro de las Fuerzas Armadas. De alguna manera eso, que ocurrió en septiembre pasado, abre interrogantes sobre el futuro de Omar García Harfuch, el jefe policiaco de Claudia Sheinbaum.
La gobernadora Lezama había nombrado a Castilla en un intento de emular a Sheinbaum. Si ella ponía al jefe policiaco tendría en tan delicada tarea a alguien de su confianza, a alguien que le respondería directamente. Pero Mara, como todo mundo llama en Quintana Roo a la nueva mandataria, no pudo poner a alguien ajeno a las Fuerzas Armadas, a nadie que no esté inscrito en el actual modelo de militarización de la seguridad pública. A nadie que no reporte primero a sus mandos castrenses.
Así que Sheinbaum, para fortuna de las y los capitalinos, es todavía una excepción en Morena. Tiene a una gente suya y para más señas a un civil en la policía capitalina, y aunque por supuesto que se coordinan con instancias castrenses, la seguridad en la Ciudad de México no está militarizada.
Por esa misma razón es singular el recurso propagandístico que se ha inventado Morena para promover a la jefa de Gobierno en la República: sólo en las últimas semanas Sheinbaum estuvo en Sinaloa, Ciudad Juárez, Puebla y en algunos municipios de Nuevo León suscribiendo –o al menos eso dicen los tuits– convenios donde se presume el modelo de seguridad de la capital, ese que –a diferencia de la ola castrense lopezobradorista– tiene al frente a un policía, no a un militar.
Eso de los convenios de seguridad que promueve Sheinbaum con los estados es harto curioso. Por ejemplo, la gobernadora de Colima, Índira Vizcaíno, que firmó su respectivo papelito con la CDMX el pasado 10 de junio, dijo que de lo que se trata es de “tropicalizar” en la tierra del volcán lo que en seguridad se hace en el altiplano. A saber si su jefe de la materia –que para sorpresa de nadie es un marino– le compra las lecciones policiacas capitalinas. Ajá.
Si sólo se tratara de un ardid publicitario de precampaña, pues quedaría en eso: en fotos donde Sheinbaum aparece con el sinaloense Rubén Rocha (que también tiene secretario militar) y ya, todos a decir que intercambiaron buenas prácticas sobre la seguridad, todos sabiendo que es un montaje, pues la milicia lleva la batuta nacional, y todos felices porque la suspirante presidencial tuvo su día de gira propagandística.
Pero en el escenario de que a Sheinbaum las cosas le rueden bien, que pase de suspirante a candidata y de candidata a presidenta, ¿qué hará la presidenta con García Harfuch?, ¿lo pondrá en una Secretaría de Seguridad federal que no tiene, ni tendrá, mando operativo, pues mínimo hasta 2028 los militares mandan en esa materia?
Toda esa experiencia que hoy se dice que se quiere exportar de la capital a allende Cuautitlán, ¿se irá a la nada? ¿Tantos convenios estatales sólo para la foto?
García Harfuch es nieto de general, pero ni por eso es previsible que la Secretaría de la Defensa haga una excepción con él. Así que, por lo pronto, que sigan las giras de la jefa de Gobierno sobre un modelo que tiene fecha de caducidad.
Claro, también hay quien cree que Harfuch puede ser candidato a jefe capitalino, pero esa es otra historia.