A la par de los reportes oficiales dados a conocer el lunes por el gobierno de la República, donde se habla de que enero fue un mes con clara disminución en múltiples delitos, otro recuento independiente reporta descenso en cifras de homicidios, el índice más icónico para dar seguimiento a la violencia. Es una buena noticia que quizá permita enfocarse en la impunidad, la urgente agenda en materia de justicia.
Con su propia metodología, la consultora Lantia ha publicado que “se registro? una disminucio?n mensual del 7% en el nu?mero de vi?ctimas letales del crimen organizado en enero, con mil 680. Se destaca un decremento de 3.5% en el nu?mero de vi?ctimas en masacres (eventos con cuatro o ma?s vi?ctimas) y un incremento de 1.8% en vi?ctimas halladas en fosas clandestinas. (…) La tendencia mensual es decreciente: 2021 finalizo? con un total de 23 mil 525 vi?ctimas (5.2% de disminucio?n en comparacio?n con 2020). Con base en las cifras de los u?ltimos seis meses, se estima que 2022 podri?a finalizar con 22 mil 152 vi?ctimas (5.8% de disminución respecto a 2021)”.
No es necesario esperar a que estos números se consoliden en el tiempo como una tendencia para reconocer que un menor número de asesinatos es algo que debe reconocerse sin regateo al gobierno federal.
Dicho eso, también hay que reconocer que el gobierno de la República parece haber entendido, luego de la displicencia inicialmente mostrada, que debe no sólo reportar cifras y tendencias, sino informar con regularidad sobre casos que resultan –y ésos sobran, por desgracia– indignantes para la sociedad.
El trato público que ahora se da en Palacio Nacional a las pesquisas por los asesinatos de Lourdes Maldonado y Margarito Martínez en Tijuana, por ejemplo, es algo que contribuye a combatir no sólo la impunidad, el mal que genera más delitos, sino a que la población –y eventualmente los criminales– perciba que el gobierno está realmente comprometido en castigar a quienes delinquen.
Nadie se hace ilusiones. Las mañaneras son lo que son, un mecanismo de propaganda, no un medio por el cual se informa y menos el espacio de la rendición de cuentas. Y son el espacio favorito, y así reconocido por López Obrador, para sus cruzadas en contra de sus adversarios.
Pero dada la centralidad que ese espacio tiene –como el único foro para plantear denuncias (interesadas o genuinas), la única instancia de petición de audiencias, el real instrumento de solicitud de información a distintas secretarías u órganos gubernamentales, etcétera–, habrá que albergar la esperanza de que Andrés Manuel entienda que más mañaneras dedicadas a agendas donde la sociedad y no él se vea reflejada son, ultimadamente, en beneficio de su proyecto.
La reducción de los índices criminales tiene todavía demasiado camino por delante. No sólo por el alto volumen de todos esos delitos, sino sobre todo porque antes de lanzar las campanas al vuelo hay que entender qué exactamente es lo que provoca esa disminución: recuérdese que ya hemos visto que la pax narca baja la conflictividad, pero no la injusticia (¿quién va a denunciar la extorsión si se sabe que hay un solo factor de poder en una localidad y éste no es el gobierno constituido legalmente?).
Y el otro elemento que llama a la mesura es la impunidad. Sólo para recordar el gran reto que ese rubro supone valga citar a la Auditoría Superior de la Federación, que en octubre pasado reportó que el fiscal general de la República –ayer nuevamente aplaudido por AMLO– tenía mil 600 casos de desaparición iniciados y ninguno resuelto. ¿Para cuándo mañaneras regulares con los avances de Gertz?
Un menor número de asesinatos es algo que debe reconocerse sin regateo