La alcaldesa de la Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, no es un problema para la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum. En realidad, se trata de un delicado acertijo para los partidos opositores a Morena. La ciudadanía merece que la oposición juzgue bien y explique públicamente qué hará con una política que no aporta cosas positivas.
La elección de Cuevas en 2021 fue producto del hartazgo ciudadano con Morena por el maltrato a clases medias y a profesionistas durante los tres primeros años del lopezobradorismo. Fue el mensaje más claro de rechazo a los desplantes de AMLO, al desdén del ayuntamiento y a la caída de la Línea 12.
Así se coló Cuevas, a pesar de que en su campaña mostró preocupantes indicios que los electores no quisieron atender: por ejemplo, decía que iba a acabar con las ratas, no necesariamente refiriéndose a los roedores.
No creo necesario abundar sobre lo que ha caracterizado el estilo de gobernar (es un decir) de esta alcaldesa en poco más de año y medio. Y lo que falta no augura corrección alguna.
Por ello, ha llegado la hora de preguntarle a Acción Nacional, al Revolucionario Institucional y al Partido de la Revolución Democrática qué harán con la alcaldesa en las siguientes elecciones: ¿la postularán de nuevo a ese puesto, le ofrecerán una diputación, buscarán a alguien más para la Cuauhtémoc?
Cuando un político se postula con el respaldo de partidos son éstos quienes han de responder por el desempeño ya en el cargo del que fue su candidato.
Hasta ahora otros alcaldes surgidos de la alianza opositora y representantes de la misma han cobijado en distintos momentos a Cuevas bajo la consigna de que la jefa de Gobierno ha emprendido en contra de ella una indebida cruzada.
Es poco afortunada y muy deficiente la manera en que el Gobierno capitalino se relaciona con la mayoría de las y los alcaldes de la oposición. Nunca hubo el menor de los intentos de establecer una institucionalidad.
Del lado de los alcaldes opositores también se cayó en histrionismo y excesos, pero Sheinbaum está lejos incluso del estilo de AMLO, quien se ha llevado bien con los gobernadores naranjas de Jalisco y Nuevo León, e incluso con algunos panistas como el de Yucatán.
Desde la Secretaría de Gobierno Martí Batres no construyó en general diálogo alguno con la oposición y quizá por eso hay gente que no da credibilidad a las pesquisas que luego se lanzaron en contra de personajes panistas de la Benito Juárez, blanquiazules que muchas explicaciones deben respecto al famoso “cártel inmobiliario”.
Es en ese contexto en el que se han dado también los choques entre autoridades del gobierno central y la alcaldesa Cuevas. El más grave de ellos fue aquel en que ésta retuvo y agredió a policías capitalinos.
Hay quien piensa que la jefa de Gobierno fue demasiado tolerante con Cuevas; que la dejó crecer al punto de que este año ya tuvimos un encontronazo por la propaganda negra hallada por la Contraloría en la sede del gobierno de la Cuauhtémoc. Hoy es seguro que ese pleito seguirá.
Pero toca a la oposición explicar si ven a la alcaldesa como activo o pasivo. ¿Su gestión será un ejemplo de lo que ofrecen para las elecciones de 2024? ¿Creen genuinamente el discurso de que Cuevas es víctima de persecución del ayuntamiento? ¿Qué índices aportarán para demostrar que, estilos aparte, es una buena alcaldesa? ¿Y ella es del PRIAN, del PRD o de Ricardo Monreal? Llegó el tiempo de hacerse cargo de su candidata y alcaldesa.