De una vida como la de Porfirio Muñoz Ledo se ha dicho de todo.
Muchos años después, por ejemplo, de haber sido representante de México ante las Naciones Unidas (allá en los 80), en los pasillos neoyorquinos de la sede del máximo organismo multilateral todavía lo recordaban como el sparkling embajador, homenaje a su inteligencia pero también a su irredenta personalidad, que le acarreó en aquella ciudad una de sus más famosas polémicas.
Habrá quién no le perdone su defensa a impresentables presidentes en la era priista, pero con 85 años a cuestas hoy la de Muñoz Ledo se ha convertido en una voz que llama con prontitud a las cosas por su nombre, toda una rareza en estos tiempos donde abundan políticos, del oficialismo y de la oposición, de ratonero comportamiento.
En medio de la sumisión del gobierno de López Obrador ante Estados Unidos, y del silencio de tantos que en ese gabinete o en Morena antes presumían de patriotas, Porfirio lleva meses denunciando que Marcelo Ebrard y el presidente de la República nos han convertido en el muro de Trump.
“Es inmoral el doble rasero de ambas fronteras. En la frontera norte pedimos que nos abran la puerta y en la frontera sur se nos pide cerrar la puerta para hacerle un oscuro favor a EU”, declaró Muñoz Ledo el 8 de junio.
Un par de días más tarde, sería el único que en voz alta denunciaría lo que ni Olga Sánchez Cordero: que el canciller Marcelo Ebrard invade facultades de la Secretaría de Gobernación en el tema migratorio.
El tono de su discurso incluye aquello de que no se puede entregar “carne humana” por presión de Estados Unidos.
Este lunes y luego de que Donald Trump modificara las leyes de asilo de su país, en una participación en el Congreso frente a personal de la Cancillería, Muñoz Ledo reiteró su postura, con frases que vale la pena tener a la mano ahora que el secretario de Estado venga de nuevo a dictarle condiciones al secretario Marcelo Ebrard: “Eso significa tercer país seguro, ya no de hecho sino de derecho, y a eso yo sí pido que responda la Cancillería porque hace semanas, meses, que nos dijeron aquí en esta Cámara, en la Permanente, la Secretari?a de Relaciones, que no aceptaríamos el principio de tercer país; hoy se consuma. Es la primera cosa a la que tenemos que responder.
“Las autoridades mexicanas, todas, estamos, primero que nada, obligadas por la Constitución. Nosotros, por lo menos la presidencia de la Mesa Directiva, está en contra de toda acción de detención de migrantes en territorio mexicano que se está practicando.
“La Secretaría de Gobernación tiene procedimientos carcelarios y ha militarizado el tema de los migrantes (…) le digo (a la titular de Segob) que no se convierta en ‘Olga la carcelaria’”.
En otro tiempo, estas frases sueltas (vale la pena escuchar el discurso completo) parecerían retórica cotidiana. Hoy son una excepcionalidad refrescante. Nadie desde el poder está diciendo, sin ambages y con oportunidad, lo que dice Porfirio. En materia migratoria y en otros delicados asuntos, como la aberrante ampliación de mandato que se pretende en Baja California.
Para este último caso, mientras el Presidente de la República cantinflea de fea forma cuando es cuestionado por la intentona golpista que beneficia a su amigo Jaime Bonilla, Muñoz Ledo zanja el asunto al declarar que si el mal persiste deben desaparecerse los poderes en aquel estado (ayer la Comisión Permanente por fin se pronunció con cierta firmeza al respecto).
En estos tiempos raros, Muñoz Ledo es lo único que suena normal. Y eso es muy bueno.